Vinimos al lugar que hace varios años solíamos frecuentar, la ambientación, la música, más la compañía, hace que sea el lugar perfecto para divertirnos y pasar el rato. Aunque para ser honesta, no sentía que él estuviera realmente de ánimos para esto. Siento que algo le sucede, pues lo he notado en su semblante.
Aprovechando el momento en que nos sentamos de nuevo en la mesa y la mesera se perdió entre la multitud, decidí romper el silencio y traer mi inquietud a nuestra conversación.
—Te he notado extraño. ¿Puedo saber qué te ocurre?
—No estoy extraño, solo estoy un poco estresado. Hay varios proyectos en pie en la empresa, en los que mi padre me dejó a cargo mientras regresa del viaje de negocios. He tenido muchas cargas sobre mis hombros estos días y siento que terminaré desplomándome.
Yo también debo ser parte de esas cargas. Después de todo, siento que le he ejercido mucha presión con lo del embarazo.
—¿Cuándo regresa?
—En dos días.
—¿Necesitas ayuda en la empresa o algo?
—No, con que estés aquí conmigo es suficiente.
—¿Qué te parece si regresamos a mi casa y te ayudo a desestresarte un poco? Puedo hacerte un masaje y…
—Anahí, quiero que nos demos un tiempo.
—¿Qué? ¿Por qué dices eso?
—No me malinterpretes. Tú bien conoces mis sentimientos hacia ti, y créeme, nada de eso ha cambiado y no va a cambiar, pero siento que lo nuestro solo gira en torno a tener intimidad y por eso no avanza. Siento que nos quedaremos estancados en eso y no quiero. Me gusta la química que tenemos, me encanta tenerte entre mis brazos y todo lo que hacemos a puerta cerrada, pero yo no busco en ti solamente eso. Cuando digo que nos demos un tiempo, me refiero a que trabajemos en esto juntos, a que busquemos una solución a este conflicto. Las cosas bajo presión no funcionan, y este es el mejor ejemplo. Tener sexo por compromiso o con un objetivo en mente, se vuelve agobiante y estresante.
Sus palabras se han quedado en mi disco duro desde esa noche. Me he sentido tan avergonzada y decepcionada de mí misma, que no he querido darle la cara de nuevo y me he estado ocultando de él como si fuera una niña pequeña, la cual hizo algo malo y teme a enfrentar las consecuencias de sus malos actos. No pude darme cuenta de que estaba siendo una completa carga para él. Sé que tarde o temprano debo enfrentarlo, pero no me siento preparada para ello.
Desde hace dos días he estado batallando con unos retortijones y unas agudas punzadas en la zona pélvica. Incluso esta mañana, luego de haber presentado muchas náuseas, terminé devolviendo todo el desayuno que mi mamá me preparó antes de venir a la oficina. No le he dicho nada a Saúl para no preocuparlo.
Me ilusioné demasiado pensando que podría tratarse de un posible embarazo, hasta me compré varias pruebas antes de venir a la oficina, pero todas salieron negativas. Esta mañana mi mamá me aconsejó ir al hospital y, aunque odio los hospitales e incluso le dije que no vendría, me estaba sintiendo tan mal y el dolor después del mediodía apretó tanto, que tuve que pedirle que me llevara, pues me costaba manejar por el dolor. Estaba jorobada, presionando esa zona que tanto me dolía.
El camino al hospital para mí fue eterno. Sentía que en cualquier momento perdería el conocimiento del dolor y el calentón que sentía en todo mi rostro. No podía pensar en nada más que no fuera en ese horrible dolor y las punzadas que traía consigo. Era desesperante e inaguantable.
Carmen
Tenía el corazón en la mano. Hace varias horas que se llevaron a mi hija y no me han dado noticias de ella. Llamé a mi esposo para ponerlo al tanto y decidió venir a hacerme compañía. Ambos estábamos en ascuas, ansiosos y nerviosos. Mi hija jamás ha sido enfermiza y se veía tan mal. No sé qué pudo ocasionarle todo esto.
El doctor que la atendió cuando llegó, salió en compañía de una enfermera, procurando a los familiares de mi hija y nos acercamos rápidamente para preguntar por ella.
—¿Cómo está mi hija, doctor?
—En estos momentos su hija está fuera de peligro.
—Ay, Dios bendito.
—A partir de los síntomas y los resultados de la exploración física y de la ecografía pélvica que le realizamos, pudimos confirmar que estábamos tratando con una torsión anexial, por lo que tuvimos que intervenir de inmediato, pues la irrigación sanguínea a los ovarios y a las trompas de Falopio se interrumpieron durante demasiado tiempo y la infección estaba muy avanzada.
—¿Qué quiere decir con eso, doctor? ¿Mi hija está bien o no?
—Le tengo dos noticias, una buena y una mala. La necrosis se regó por todas las trompas y el útero y tuvimos que retirar todo su sistema. La buena noticia es que pudimos atacar la infección a tiempo. Con algunos días en el hospital y varias rondas de antibiótico la paciente podrá recuperarse. La mala noticia es que, al haber sido una infección tan grande y haber comprometido el útero, lamentablemente tuvimos que retirarlo.
—Un momento, doctor. ¿Está diciendo que mi hija no podrá tener hijos?
—Lamentablemente no, señora.
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Mi Dulce Anhelo [✓]
RomanceAnahí es una mujer soñadora, luchadora y con mucho amor para dar. Desde muy joven, ha tenido el anhelo de convertirse en madre, por lo que teniendo este sueño como su norte, ha luchado por prepararse física, mental y económicamente para ello. Luego...