Regalo

583 88 6
                                    

Podría decir que me arrepentí de haberle provocado, pero evidentemente ese no era el caso. 

A pesar de haberme tocado cabalgar hacia el río con el ardor de sus azotes en mis partes, solo recordar todo lo que pasamos allí, hace que desee con todas mis fuerzas que se vuelva a repetir. Todo fue una completa locura. 

A veces soltar la batuta y permitir que tome el control de la situación es divertido y excitante. 

Pensé que lo conocía como la palma de mi mano y que nuestra amistad era transparente, pero me he dado cuenta que desconocía tanto de él. 

No sé si se trata del tiempo que llevamos de conocidos, por todo lo que hemos vivido y esto que hacemos y experimentamos a cada rato, pero cada segundo, cada cosa que descubro suya, hace que desee conocerlo más a fondo, pero no como ese amigo cercano en siempre fue, sino como hombre. 

«¿Cómo saber si le sucede lo mismo? ¿Cómo saber si se siente igual, si siente algo más que una simple atracción física?». 

Tengo claro que me desea y mucho, tanto como yo a él, pero siento que si solamente lo busco para esto, lo nuestro no podrá avanzar. 

Quiero hacerle sentir lo mismo que siento cada vez que estamos juntos, por eso he decidido que de hoy en adelante buscaré la manera de conquistarlo, pero claro, debo acercarme por ahí, por sus debilidades, pero más que llegar al acto, quiero que se abra por completo a mí. 

Cada vez que me mira de esa manera me derrite como un helado en pleno sol de verano. 

Mis tíos han estado viéndonos en todo momento, aunque no hicieron ningún comentario respecto a habernos visto durmiendo juntos. 

[...]

Cuando regresamos a la casa, ya era de noche. Cada quien, luego de cenar, se fue a su habitación. Me sentía algo cansada por el día, el haber estado debajo del sol, en contacto con el agua y los chapuzones que nos dimos, pero no por eso iba a cambiar los planes. 

Faltaba media hora para que fuera media noche y me puse la lencería que escogí como regalo de cumpleaños para él. Cuenta con detalles de tiras, correas de hombro ajustables, lazo de satén con un nudo en la parte delantera, ayudando a crear una sensación de sorpresa, como lo es abrir un regalo. U

Traía una falda fluida en combinación con la tanga y el diseño único resaltaba mis impresionantes curvas, seguro que lo volveré loco, y más con las medias que elegí para que la impresión fuera más intensa. 

Me tapé con una bata oscura para ir a la cocina, intentando hacer el mínimo ruido posible al cortar varias frutas, como lo eran las fresas y su piña más preciada. La crema batida no podía faltar, por lo que la traje conmigo. 

Sé bien que debía estar despierto todavía. Está acostumbrado a dormir tarde, igual que yo, por eso le toqué suavemente la puerta para no levantar a mis tíos y que solo él pudiera oírme. 

No tenía pruebas, pero tampoco dudas de que se sospechaba que vendría. Se encontraba en bóxer y sin camisa. Me mordí los labios instintivamente al sentirme tan hambrienta y sedienta al tenerlo frente a frente. 

Entré por completo a su habitación, dejando el plato sobre la cama y la crema batida, y escuchando cuando le puso seguro a la puerta. 

Antes de que pudiera hacer alguna jugada, y claramente sin que se esperara mi movida, me desprendí de la bata, mostrándole su regalo. 

—¡Feliz cumpleaños! —me di una vuelta despacio para que pudiera apreciar absolutamente todo con detalles. 

Toda su atención se posó sobre mí. Era yo la cereza sobre el pastel. Así me vi reflejada en sus ojos. Anhelaba que me comiera con las mismas ansias que denotaba su feroz mirada. Se supone que el regalo es para él, pero me siento tan privilegiada y emocionada ahora, como si fuera también mi cumpleaños. 

—Asegúrate de abrir bien tu regalo, papi— me acerqué, descansando mi mano en su pecho desnudo. 

Atacaré todos sus puntos débiles. Voy a enloquecerlo de poco a poquito, haré que no tenga ojos para nadie más que no sea para mí. 

—Es el mejor regalo que me hayan dado alguna vez. Espero no te moleste que me comporte como un niño en plena mañana de navidad; destrozando todo a su paso con entusiasmo. 

—No—levanté mi pierna, hasta situarla entre las suyas y pasó saliva—, este regalo es todo tuyo y puedes hacer lo que quieras con el. 

Mi Dulce Anhelo [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora