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Luna

Antes de entrar en casa, me sequé las lágrimas e intenté relajarme. Respiré una vez, dos, tres... Las necesarias para aguantar ahora al parisino.

Tengo la sensación de que lo he hecho fatal. No tendría que haber ido cuando Violeta me llamó, no tendría que haberme quedado con Pablo y hacer venir Charles solo. Lo he hecho mal y es mi culpa, no de Pablo por mucho que quiera pensar que si él no hubiese estado así nada hubiese pasado.

Aunque haya intentado mantener la calma mientras curaba al sevillano, que lo que hice fueron cosas básicas para que no se le infecte nada, estaba nerviosa. Por estar a solas con él y a sabiendas de lo que seguramente estaba pensando sobretodo cuando soltó que por su cabeza había pensamientos de nosotros. Pero también por lo que había pasado antes.

Discutimos, bueno, él más bien quiso hacerlo. Luego salió de casa de Violeta siendo un arrogante y Charles, que sigo sin saber por qué, se abalanzó sobre él. Y después, todo como si nada. Yo quise que fuese así y seguro que él también.

Además, cuando tuvimos esa conversación sobre nosotros, aunque no haya ningún nosotros, tenía curiosidad de saber si pensaba lo mismo que yo hacía en su momento o incluso ahora de vez en cuando a pesar de que no quiera admitirlo.

Abrí la puerta de casa y me dirijí al salón. Estaba la luz encendida y la silueta sentada de mi novio dando la espalda se encontraba ahí.

Se levantó rápidamente al escucharme y vino hacia mi.

—Amour, lo siento. Lo siento. ¿Estás bien? —comenzó preocupado.

—No me toques. —di un paso atrás.

Ahora mismo estoy muy confundida.

—Luna...

—No, Charles. ¿Por qué tenías un rastreador en mi móvil? —me quema y me duele saber eso, pero lo he visto antes de salir del coche. Fui directa, sim rodeos.

Una aplicación que estaba cubierta como si fuese de otra que jamás utilizarías y que siempre va incluida en tu teléfono.

No supo que decir. Bajó sus manos y su rostro se tensó, incluso parecía molesto porque lo hubiese descubierto.

—No es lo que piensas. —dijo seriamente.

—¿Que no es lo que pienso? ¿Y qué tengo que pensar, Charles? ¿Que has sabido dónde estaba por casualidad?

—Lo hago por tu bien.

Comienzo a perder mi paciencia. Ahora me están cuadrando muchas cosas que no quería ver en su momento. Me avisaron. Todos nuestros amigos comunes me avisaron de que Charles no era tan tan bueno y yo hice oídos sordos. No sé si por estar cegada por su apariencia o por cualquier otra cosa que no quiero pararme a pensar.

—¿Por mi bien? —solté una risa amarga.— Dirás por el tuyo, más bien. Por que por mi bien te diría dónde estoy sin necesidad de que me pongas un puto GPS a escondidas y que me tengas controlada. ¡Estás loco!

—¿Yo estoy loco? ¡Eres tú la que ha ido corriendo a ver a su ex a las 4 de la mañana!

—Por que estaba muy mal, Charles. ¡Haría lo mismo por ti!

Una carcajada que me dio miedo salió de su boca.— No esperaba menos, soy tu novio. Él, no.

—Estás obsesionado. —afirmé.

—Creo que no soy yo el que va detrás de su ex. —vuelta otra vez a hablar de Pablo.

—¿Pero es que no te das cuenta? Estás siempre con Pablo. ¡Siempre! Desde que acepté venir aquí a entrenar al Barsa o incluso desde que sabías toda mi historia con Pablo, te has obsesionado. Cuando hablaba con algún amigo pensabas que era él, cuando hablaba con Pedri tenías que estar presente siempre, cuando salía algo de Pablo, apagabas la televisión o lo que fuese.

Thinking about you; p.gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora