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Pablo

—¡¿El jugadón que hicisteis?! ¡Qué locura! Me quedé en shock, pude presumir por mis redes sociales bien de mi hermano, por fin

Mi hermano era un pequeño revoltoso con nueve años que tenía mentalidad de adolescentes. A veces pasaba de ti y te contestaba mal, otras parecía que eras su persona favorita en el mundo, y otras simplemente era el mismo niño de siempre. Hoy era uno de esos días en los que te vacila porque Nochebuena le alborota. A veces se me olvida lo rápido que pasa el tiempo, en cuatro meses cumplirá diez años y parece que fue ayer cuando nació.

—Oye, Luna. ¿Tú sabes cual es el sistema del trece?

La catalana lo miró sonriente. Se llevaban muy bien, demasiado bien. Eso era una de las cosas que más me gustaba de ella y era la cercanía que tenía con mi familia.

—Nop —contestó con el ceño fruncido.

¡Ay, Lunita, Lunita! Qué inocente eres cuando te hablan de sistemas y lo llevas al terreno futbolístico.

—Agárramela que me crec...

—Diego, ni se te ocurra soltar esa burrada —mi hermana tapó la boca al menor.

Este debió de chuparla o morder la mano porque Aurora puso una cara de asco al instante. Mi hermano se fue corriendo hacia el jardín de la casa de mis abuelos donde estaban ya mis primos que eran de su edad.

—Nuestras madres y abuelas están hablando juntas en la cocina, dan miedo —comentó ofreciendo un vaso de agua a Luna.

Yo ya tenía mi bebida de la mano, por lo que no me trajo nada, aunque sí que alcancé unos gusanitos que traía en un bol.

—¿De qué están hablando? —cuestionó la chica de mi izquierda.

—De bodas.

Ambos nos atragantamos. Mi hermana nos miró a los dos alternando rápidamente con los ojos de cada uno y soltó una carcajada que inundó el tranquilo salón. Por suerte estaban todos en el jardín y, por suerte también, era con techo y estufa por lo que no pasaríamos frío. Somos muchos. Rubén y Claudia, que vendrán más tarde porque estaban visitando a un amigo del primer nombrado. Los abuelos de Luna, su madre y luego toda mi familia, que pocos no éramos.

—De vosotros no, egocéntricos —soltó para después dar un trago a su agua—. Dicen que Javi y yo llevamos mucho tiempo, vivimos juntos... que podríamos dar el paso.

—Como os caséis también en primavera del año que va a venir, me arruino —comenté recordando la boda de Ferrán y Sira. ¡Tenían hasta fecha! ¡Qué agobio! Me estreso solo de pensar que tendré que organizar una boda con menguan... Una boda.

—Hermanito, ¿te he dicho lo exagerado que eres? Si no llegas a ser futbolista, eres actor.

La catalana se aguantó la risa y yo la di un pequeño empujón, con el ceño fruncido. No sé cómo lo hacían, pero siempre se ponían de acuerdo para meterse conmigo cada una reír las broma de la otra. Pero no cualquier broma, si no bromas en mi contra. Que yo las quiero mucho y me encanta que se lleven  tan bien, pero, ¿para meterse conmigo? Empiezan una guerra ellas solas.

El móvil de mi hermana comenzó a sonar y esta se alejó, debía de ser Javi porque se la puso unos ojitos de enamorada que no podía más con la vida. ¿Me veré también así cuando hablo con Lu?

Nos quedamos los dos solos, pero la dije que me acompañase a mi antiguo cuarto. Esta era la casa en la que vivía antes y, cuando nos mudamos a Barcelona, se la quedaron mis abuelos. Las cosas seguían igual, aunque con ese toque tan peculiar de decorar que tiene mi abuela. Había más fotos, más flores, más antigüedades... Pero mi cuarto seguía decorado de la misma forma. Con pósters de fútbol, mis primeras botas en una estantería que al lado tenía la primera camiseta que usé en mi primer partido con el Betis y, a su lado, con la que debuté en el Barça. Luego estaban varias figuritas de Marvel, aunque tenían bastante polvo porque hace mucho que no vengo aquí.

Thinking about you; p.gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora