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Luna

Llevábamos quince minutos de partido y me estaba gustando lo que veía en el terreno de juego. Hablé con Luca de la estrategia que le estaba comentando antes de que Pablo nos interrumpiera tan enfadado por ponerle de suplente.

Lo que pasó allí dentro no me lo saco de la cabeza. Me alegra que Clau hubiese interferido ahí porque si no, lo que ocurriese si nos llegamos a besar... En fin, Luna, sácate eso de la cabeza. Algo que me sorprendió fue que su madre me saludase, bueno, el resto de su familia también, pero me impactó. No me lo esperaba, aunque en el fondo se me removió demasiada nostalgia en el interior.

Mis pensamientos se quedaron helados al ver la entrada que provocó roja directa a Vinicius. Pedri estaba en el suelo y no se movía. La primera intención que tuve fue correr allí para ver que por lo menos estaba consciente pero alguien me agarró del brazo impidiéndome el movimiento.

No era Luca, no era mi tío que había podido sentarse con nosotros. Era Pablo. Mi respiración se aceleró. Vi salir a las asistencias, primero de nuestro equipo y un minuto después, las del Madrid. Respiré profundo relajándome al ver que ya no necesitaban tantas asistencias, lo que significaba que estaba bien y enseguida volví a la Tierra.

—Gavi, sales por él —pude notar una pizca de celos en sus ojos. Tal vez por verme tan preocupada por el canario, pero no le di importancia porque ahora mismo no es mi prioridad preocuparme por él si no por mi mejor amigo. Me liberé cabreada de su agarre al ver que no hacía nada.— ¡Vamos, Pablo! ¿A qué coño estás esperando?

Por fin reaccionó mirando a su amigo, haciendo movimientos rápidos para ponerse el peto y con ayuda de Luca calentar un poco en lo que veíamos qué sucedía en el terreno de juego y retiraban a Pedri en camilla del campo. Al pasar por mi lado, me acerqué a preguntar a los médicos dado que los que llevaban la camilla fueron demasiado rápido como para darme tiempo de preguntas.

—Creemos que tiene un esguince de grado 3. Del dolor y calor se ha desmayado unos segundos, por eso no reaccionaba.

Por una parte respiré tranquila a sabiendas de que está ya en buenas manos. Por otra parte me daba rabia la situación por él, porque seguramente hasta mediados de octubre o un poco antes, si todo va bien, no podrá volver a jugar y esa baja para un futbolista como lo es él, es demasiado tiempo. Lo único que espero es que no sea tan fuerte como para acudir a cirugía porque rara vez ocurre eso.

Si alguna vez os preguntáis por qué sé tanto de medicina o cosas relacionadas con las lesiones y todo, es porque en Francia me tomé la libertad de acudir a un cursillo online sobre todo el tema de medicina, enfermería en relación con el deporte. La verdad es que fue la mejor decisión que pude tomar porque a pesar de tener poco tiempo y no haberme metido a la carrera de psicología, por algún motivo supe que necesitaba ese pequeño momento de desconexión para mi. Y por si fuera poco, añadirme más cosas a mi agenda apretada.

—Vale, Pablo. No cambiamos sistema, pero espero que demuestres lo que vales y no solo metiendo un gol como has estado haciendo, eso para mi no sirve. Estate atento porque cambiaré una cosa que no tenía pensado desde tan pronto si veo que algo va mal, si no, para la segunda parte. —dije cuando el sevillano se me acercó para poder saltar al campo.

Me miró con intriga pero no tuvo tiempo de cuestionarme nada debido a que el árbitro ya le dijo que entrase.

Al final esto es un partido amistoso y para mi, es como una prueba de tácticas que si salen bien, añadiré a los partidos oficiales. El caso es que estábamos muy pegados cuando entró Pablo debido a que Luca me estaba contando su opinión y una cosa suya privada. Al final las paredes no están insonorizadas y era algo tan privado de él que yo era la primera persona en saberlo y por eso no quería que nadie lo oyese.

Thinking about you; p.gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora