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Pablo

—Espera, espera. Para el carro, pequeñín. ¿Cómo que...?

—Que sí. Que se han vuelto a liar, Ferrán. Sigue. —Pedri estaba de copiloto más ilusionado que un niño pequeño.

Hoy me tocaba a mi llevar el coche al entrenamiento, aunque Pedri estaba en muletas, Luna quería que viniese a vernos al igual que él. Siempre nos alternábamos por quién hacía de chófer cada día, de alguna forma lograba meter alguna excusa y era el canario el que aceptaba el cargo, pero ahora que está en muletas, no puedo huir de la pequeña obligación. Aproveché el camino para contárselo a mis mejores amigos, tengo claro que Luna se lo ha contado seguro a Sira y Claudia, aunque me sorprende que Ferrán no lo supiese.

—Nada más. Luego mi hermano estuvo toda la tarde viendo el partido del otro día con ella porque tenía mil preguntas. Y mis tíos, primos y abuelos estuvieron encantados de hubiese venido. 

—Entonces... ¿Estáis saliendo? —el valenciano insistió mientras se colaba entre los dos asientos.

—No. —contestó Pedri muy seguro.

Lo miré de reojo al escuchar su respuesta. A veces se me olvida que también son mejores amigos. ¿Enserio Luna no tenía a más gente con la que acercarse que lo ha tenido que hacer con uno con el que se besó en la primera fiesta que estuvimos juntos? No diré que no estuve celoso cuando los veía juntos, pero sí, lo estaba. Bueno, y lo sigo estando, pero solo a veces, o siempre. ¡En fin! ¡Da igual! ¡Sí, estoy celoso! ¿¡Y qué!?

Apreté un poco más fuerte de lo normal el volante al tener esa batalla mental y el canario soltó una carcajada que hizo que me hirviese un poco la sangre.

—Tranquilo, hermanito. Yo estoy conociendo a alguien. —pegué un frenazo, no solo por eso, si no porque no vi el semáforo en rojo y casi me como a un pobre caniche.

—¿¡Cómo?! —Ferrán y yo lo dijimos a la vez.

—Eso es todo lo que voy a decir. —aseguró.

—Eh, no, no. Eso no es justo. ¡Yo os cuento todo! —me quejé.

—Casi, todo —soltó Ferrán haciendo énfasis en la primera palabra—. No nos contaste que te tiraste a la prima de Pedri hasta que te descubrí hablando con ella de fiesta y tuviste que largar a hablar. Fue hace un año, ¿te acuerdas?

—¿¡Que has hecho qué?! —gritó el canario.

—Te voy a dar tal golpe cuando nos bajemos del coche que vas a volver a Valencia. —dije evitando mirar a mi mejor amigo.

—Perdón. Pedri, Pablo se tiró a tu prim...

—Ya he oído suficiente. No me interesa esa historia por lo que me haré el que no sabe nada —cortó al valenciano—. Y ahora, Pablo, olvídate de una vez de lo que pasó entre Luna y yo porque dejamos claro que fue algo de una noche. Fin del asunto.

Giré el volante para adentrarnos al parking, pero antes atendimos a los fanáticos que esperaban con sus camisetas para que las firmásemos. Después de unos minutos, nos bajamos del coche ya dentro del recinto. Hoy tocaba entrenamiento a puerta abierta, por lo que es normal que haya más coches que de costumbre. Seguro que todos han invitado a alguien más para venir y tienen el privilegio de aparcar aquí, los que no son conocidos de jugadores o equipo técnico, no pueden entrar aquí.

Saludamos a Sandra, la chica que siempre se encarga de las redes sociales del equipo, pero Pedri se quedó más atrás que nosotros por quedarse hablando con ella. Espera, ¿no será ella la que...? Ferrán y yo nos miramos extrañados, nos giramos a la vez para volverlos a mirar y estaban un poco pegados sin mantener el espacio personal, volvimos a mirarnos mutuamente y como dos críos que acababan de unir a su amigo con la que le gusta dando resultado, soltamos una carcajada.

Thinking about you; p.gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora