Luna
Las veces que me había imaginado una situación así con Pablo son infinitas. Desde el momento en el que empezamos a salir hasta el día que viajé a París recorriendo esos lugares típicos en los que estuvimos juntos aunque fuesen dos minutos. Estar así con él sin discutir más de dos horas se me hizo muy especial, teniendo en cuenta la cantidad de veces que lo hacíamos en menos de cuatro minutos, no podíamos aguantar sin tirarnos el uno al otro un poco de mierda más de ese tiempo. Aunque últimamente siempre acabábamos pegados mirándonos los labios, como ahora.
Estábamos llenos de harina por todo el cuerpo, debido a la batalla que habíamos comenzado hace un rato. La cocina estaba hecha un desastre y la íbamos a tener que limpiar después, pero eso ahora no me importa.
Sentí su respiración y paró el intento de tirarme más harina en el pelo. Parecía que me había peleado con una fábrica de harina. No quise ser la primera en dar el primera paso porque todavía mi cabeza sigue dando vueltas al descontrol que puede llegar a ser eso y no tengo ni idea de cuando vendrán. ¿Os imagináis que sus padres tienen la llave de su casa y entran y nos ven...? Por Dios Luna, si ni siquiera os habéis besado.
Pablo tomó iniciativa acercándose lentamente a mi, esperando alguna respuesta seguramente negativa. Fui a moverme pero el timbre interrumpió mis intentos y me alejé rápidamente pensando que sería su familia. Tengo que mantener la calma y respirar profundo.—Mierda. —se quejó por lo bajo.
Opté por comenzar a limpiar un poco este desastre y aproveché para mirar de reojo la hora. Aún era pronto para que viniese alguien.
—¿Te importa ir a abrir la puerta? —dijo rascándose la nuca nervioso.— Me encargo de esto, que has hecho ya mucho. Ah, menguante, se me olvidaba.
Volvió a acercarse a mi. Mi cabeza piensa que va a besarme, pero lo que hizo fue todo lo contrario. Esparció por mi cara el puñado de harina que tenía antes en la mano y abrí mi bica sorprendida.
—Esto no va a quedar así. —amenacé aguantando una carcajada y saliendo de la cocina después de sacudirme en la camiseta.
Era bastante bonita. De la temporada pasada, creo.
—Sabes que sí, Lu. —contestó haciendo notar un atisbo de broma en su voz.
—¡Voy a tener que ducharme luego, Gavira! —grité riendo ya sin aguantar en el pasillo.
Me encanta que estemos así. ¿No podría pasar siempre? Ah, y claro que iba a ducharme después. A ver si se piensa que voy a recibir a toda su familia llena de harina y con el pelo así.
—¡Las veces que quieras, menguante! —un hormigueo subió por mi cuerpo al escuchar eso.
Me pregunto sj su familia sabrá que vengo a su cumpleaños. ¿Qué pensarán? ¿Creerán que nos estamos dando una segunda oportunidad? ¿O que somos buenos amigos y hemos dejado el pasado atrás? ¿Vendrá solo su familia o también amig...
—¿Qué haces aquí? —cuestioné perpleja, casi sin voz por verlo ahí plantado.
Su rostro duro y firme. Sus ojos azules. Su perfume que tanto me gustaba y ahora me provoca nauseas. Su pelo, su ceño fruncido, sus puños cerrados por la ira que transmitía... ¿Es de verdad? ¿Está aquí de verdad? Me analizó de arriba abajo, poniendo una cara de asco al verme manchada de harina.
—Tu es une salope*
(Eres una zorra.)
No sé si es porque sigo procesando que está aquí o porque estoy escuchando unos pasos detrás de mi que no me están generando para nada buena espina, pero no dije nada. Charles levantó su mirada de mis ojos para posarlos en el chico que tenía ahora tras mi espalda.
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Thinking about you; p.gavi
Teen FictionSEGUNDA PARTE DE INEFABLE ¿Cuántas veces nos habremos pensado a la vez? La vuelta siempre es bonita pero dura. Dejas atrás muchas cosas que han formado parte de ti dutante dos años, pero vuelves más fuerte que nunca al lugar donde naciste y donde se...