Capítulo: La Decisión de Rimuru
Después de contemplar la situación, Rimuru apretó los puños con fuerza, sintiendo cómo la frustración y el disgusto se apoderaban de él. Se mordió los labios, reprimiendo un grito de impotencia. Si tan solo hubiera estado con Milim en ese momento tan doloroso, tal vez las cosas habrían sido diferentes. Tal vez no hubiera tenido que enfrentarse a esta realidad tan aterradora.
—Rimuru... —llamó una voz familiar, sacándolo de sus pensamientos.
—Sí... —respondió, volviendo a la realidad.
—No puedo dejar que te quedes mucho tiempo aquí, Rimuru —dijo Ciel, con un tono que mezclaba preocupación y determinación.
—Aunque me gustaría, ya que eres el único que puede contener a Milim si pasa algo, pero no puedes quedarte aquí y lo sabes —continuó Ciel, intentando ser razonable.
Rimuru se mantuvo en silencio, reflexionando sobre sus opciones. La idea de abandonar a Milim en su estado actual le resultaba dolorosa.
—Tienes una nación que te espera —insistió Ciel, con un tono más firme.
—Lo sé, pero... —Rimuru dudó, sintiendo un tirón en su corazón.
—Rimuru-sama —interrumpió Benimaru, quien se había acercado con una expresión decidida—. Si usted desea quedarse aquí junto a la señora Milim, nosotros podemos hacernos cargo de Tempest por un tiempo. Si así lo desea, Rimuru-sama.
—Eso es cierto, Rimuru-sama. Deje esa tarea en nuestras manos —agregó Shion, su voz llena de confianza y lealtad.
—Rimuru-sama, apoyo la idea de Benimaru-dono y Shion-dono. Somos sus subordinados más confiables, así que confíen en nosotros —dijo Diablo, con una sonrisa que intentaba aliviar la tensión.
Rimuru sintió una mezcla de agradecimiento y preocupación. "¿Qué pasa si sucede algo imprevisto?", pensó, con una mirada de inquietud en su rostro. "De verdad... me preocupa Milim".
—Dejen que nos encarguemos, Rimuru-sama —dijo Última, con emoción en su voz, tratando de infundirle un poco de esperanza.
—Confíen en nosotros, Rimuru-sama —añadió Carrera, con firmeza.
—Rimuru-sama —dijo Testarossa, utilizando un tono suave y tranquilizador—, confíen en nosotros, por favor.
Zeginó y el resto de los presentes asintieron con la cabeza, mostrando su apoyo incondicional. Rimuru sintió una oleada de calidez en su interior al ver la determinación de sus amigos. Sabía que no estaba solo en esto.
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**Cuatro Días Antes**
La escena cambió a un momento crucial en la historia de Tempest. Rimuru se encontraba en la capital del reino de Milim, formando una barrera protectora alrededor de toda la ciudad.
—¡Arrodíllense! —ordenó, con el peso de la responsabilidad sobre sus hombros.
—Como ordene, Rimuru-sama —respondió Benimaru, con lealtad inquebrantable.
—Asegúrense de que nadie salga herido, pero tampoco descuiden su seguridad. ¿Entienden? —dijo Rimuru, su voz resonando con autoridad.
—Rimuru-sama, sé que debemos seguir sus órdenes y así lo haremos, pero me preocupa un poco la señora Milim, a pesar de que sé que ella es la persona más fuerte después de usted —expresó Shion, su rostro reflejando la preocupación que todos sentían.
—Shion, ¿a qué te refieres? Bueno, si te refieres a la situación de Milim, ella estará bien —respondió Rimuru, aunque su voz contenía un ligero temblor.
—La situación actual es que Milim no puede controlar sus poderes, y es posible que, en el proceso, destruya todo el reino, afectando incluso a algunos países cercanos —admitió, sintiendo el peso de su propia preocupación.
Al escuchar esto, todos los presentes mostraron expresiones de sorpresa y preocupación. Cada uno de ellos había llegado a querer a Milim, a pesar de su naturaleza a veces impredecible.
—¿Qué pasará con Milim-sama después de la explosión? —preguntó Última, con los puños cerrados y una mirada perdida. Había creado un vínculo especial con Milim, y la idea de su posible destrucción la aterraba.
—¿Moriría, no es así, Maestro? —preguntó Dib, con una voz temblorosa. Recordaba cómo Milim había amenazado a Carrera, Última y Testarossa en el pasado, pero también cómo había llegado a ser una amiga.
—Sí —respondió Rimuru, desviando la mirada, incapaz de soportar el peso de su propia respuesta.
Todos conocían a Milim. Aunque a veces parecía alguien poco confiable, en el fondo, era una persona de gran corazón. Cuando la situación se tornaba seria, ella adoptaba una postura digna de un gobernante, preocupándose por su gente. En poco tiempo, Milim había aprendido cómo ser una buena gobernante, aunque ella misma no lo reconociera. Era respetada por todos, incluso por los subordinados de Rimuru.
—Pero si hay una manera, ¿no es así, Maestro? —dijo una peliblanca con determinación, su voz llena de esperanza. Diablo, observando la situación, sonreía. Aunque su maestro se mostraba afectado, sabía que Rimuru encontraría una solución.
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Rimuru miró a su alrededor, sintiendo la fuerza de sus subordinados. Sabía que juntos podrían enfrentar cualquier adversidad, pero la preocupación por Milim seguía latente en su corazón. Con determinación renovada, se preparó para hacer frente a lo que fuera necesario para proteger a su amiga.
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𓆩♡𓆪 𝐷𝑜𝓈 𝑅𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐷𝑒𝓂𝑜𝓃𝒾𝑜𝓈 ¡¿𝐸𝒩𝒜𝑀𝒪𝑅𝒜𝒟𝒪𝒮?! 𓆩♡𓆪
FanfictionDos reyes demonios... ¿Enamorados?