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¿Qué pasó? ¿Qué acaba de suceder? Rimuro acababa de besarla...
Acciones y palabras que había presenciado y que ahora no podía procesar.
"¡¿Nos acaba de besar?!"
"Él me ama..."
Volvió a mirar esos ojos dorados que le recordaban a un atardecer. En ese momento, solo deseaba perderse en ellos, contener ese instante para siempre.
El tiempo nunca fue un problema para ella, pero ahora quería congelarlo.
"Esto... esto se sintió bien."
La voz de Rimuro comenzó a sonar, aun con la cabeza agachada. Habló con tanta dulzura que su tono resultaba hipnotizante.
-La verdad, yo... -La frase de Rimuro fue interrumpida por un beso de Milim. Ella lo besaba con tanta desesperación, como si ese momento fuera a acabarse. Aunque al principio fue un tanto torpe, no se detuvo.
"Esto es justo, ¿no? Él me interrumpió primero. No está mal jugar un poco con esto..."
"No quiero que termine."
En un rápido movimiento, Milim jaló a Rimuro, haciendo que él quedara sobre ella en el sofá. Ahora, Milim estaba recostada y Rimuro la cubría con su cuerpo.
"No quiero hablar... solo quiero esto por un momento más." "De esta manera es más fácil de explicar que con palabras."
Los besos fueron subiendo de intensidad.
-Milim... -La voz de Rimuro, que antes había pronunciado su nombre, ahora sonaba diferente. -Esto no está bien... -dijo finalmente, jadeando cuando Milim dejó una marca en su cuello.
-¿Por qué? ¿Acaso no te gusta? -susurró Milim al oído, mientras acariciaba suavemente la nuca de Rimuro, intentando provocar una reacción. Quería cobrarse todas las veces que él la había hecho sonrojar y no la había dejado terminar sus frases.
"Además, no me dejó confesarme... Yo quería ser la primera."
Rimuro cerró los ojos con resignación, suspirando después. Una suave sonrisa se dibujó en su rostro. Sus ojos ya no reflejaban lujuria, sino amor sincero. Quería hacer las cosas bien, en el orden correcto.
Dirigió la mirada hacia la puerta, que estaba cerrada pero sin seguro.
"En cualquier momento podría llegar alguien."
Ese pensamiento resonó en su mente junto con las emociones que lo desbordaban. No era que quisiera detenerse, pero tenía prioridades.
-Milim, te amo.
Los ojos de Milim se abrieron de par en par. Aun no se acostumbraba a escuchar esas palabras que tanto había deseado oír. Ahora salían de los labios de la persona que amaba.
-Yo también te amo, Rimuro.
Los ojos de Rimuro no mostraron sorpresa. Desde el momento en que Milim lo había besado, sabía que sus sentimientos eran correspondidos. Pero escuchar ese "te amo" fue un golpe directo al corazón.
Ese sentimiento era cálido, reconfortante, y quería escucharlo una y otra vez.
Parecía irreal. Era un momento que jamás habría imaginado.
-Repítelo -pidió Rimuro, mirándola con una profundidad indescriptible. Su mirada decía mucho más que mil palabras.
Al ver esos ojos, Milim se estremeció. No era por miedo, sino por algo completamente nuevo.
-Te amo.
Milim repitió las palabras, y al segundo siguiente, Rimuro volvió a besarla.
¿Era probable que alguien los encontrara? Sí, lo era.
¿Deberían estar haciendo esto en la boda de sus amigos, rodeados de tanta gente y miradas curiosas? Probablemente no.
¿Se arrepentirían más tarde? Definitivamente no.
Mientras ellos seguían con sus acciones, afuera sus subordinados los buscaban. Rimuro había llegado con una delegación, y se suponía que debía estar con ellos en la fiesta.
Shuna comenzó a buscarlo disimuladamente por el salón.
-Rimuro-sama... -murmuró preocupada. Su señor no era del tipo que desaparecía sin razón.
Por otro lado, uno de los subordinados de Milim también la estaba buscando. Ambos terminaron topándose.
-Señor Middray, ¿por casualidad ha visto a Rimuro-sama? -preguntó Shuna.
-Lo mismo iba a preguntarle sobre la señora Milim. Llevo un rato buscándola.
-¿Eh? ¿También la señora Milim?
-Sí, quería entregarle unos aperitivos, pero no la encuentro.
-¿Dónde podrán estar?
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