³. primera impresión

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Al fin terminó ese día de clases, jodido día de clases, eran alrededor de las tres de la tarde y sus amigos se habían ido, ya que tenían un almuerzo con los padres de Chimon.

Y Chay había perdido el autobús.

—... que lindo eres, Singto— murmuró Porchay, recibiendo un ronroneo como respuesta.—¿Me extrañaste? Yo también te extrañé.

Se sentó en el suelo a jugar con el gato del conserje de la universidad, lo había apodado Singto, ya que el conserje se llama Sing, le gustaba alimentarlo y darle agua, además de mimos.

—No te traje comida esta vez, pero lo haré para la próxima ¿sí?— Chay rió al sentir como le lamía la mano y le maulló.—que bonito, bonito.

—No pensé alguna vez sentirme celoso de un gato, pero siempre hay una primera vez para todo.

Porchay no alzó la mirada, con el sonido de su voz era suficiente para saber quién era. Y joder, para que mentir diciendo que no se puso nervioso, que no se mordió el labio inferior y que no retuvo la respiración. Porque eso sería una mentira inmensa.

—¿Qué quiere, P'?

—No usemos honoríficos, ángel— le dijo Macau, arrodillándose a su lado y acariciando a Singto en la cabecita.—¿No quieres aceptar el almuerzo conmigo?

—Ya le dije, no puedo darle lo que quiere.

—Y según tú, ¿qué es lo que quiero?

—He escuchado lo que dicen de ti, que solo... quieres un acostón y ya, no me malinterpretes, no estoy criticándote. En lo personal, me gustaría poder hacerlo, pero no puedo, no soy capaz de confiar aún en alguien más.

—¿Por tus experiencias pasadas, cierto?

Chay lo miró soltando un suspiro algo exhausto, ya no podía fingir no recordar, era vergonzoso para él tener que admitir el vómito verbal que tuvo frente a Macau.

—Digamos que sí.

—No quiero presionarte, ángel, y espero me disculpes por hacerte sentir incómodo— Macau continuó acariciando al gatito, deslizando sus dedos hasta rozar el dorso de su mano, a lo que Chay se sonrojó levemente.—Pero no deberías creer en todo lo que dicen por ahí, ¿cierto? Yo no soy así, no me gustan los juegos o los acostones. Y creo que me malinterpretaste, te pedí una cita, porque realmente quiero conocerte.

—Eso suena muy bueno para ser cierto...— susurró con un puchero.—Ah, lamento el golpe en tu rostro, no pensé que fuera tan fuerte.

Macau tocó su mejilla algo hinchada y rojiza, dolía, pero eso era lo de menos.

—No te preocupes, cariño— Macau tomó el dorso de la mano de Chay, acariciando la piel.—Solo te estoy pidiendo una oportunidad, ¿crees que podrías darme una?

Macau realmente estaba encantado con ese chico, con su actitud inocente, con su lindo rostro, con sus pucheros, con sus ojos brillantes, con su tierna voz, y quería conocerlo más, quería entenderlo, no sabía si era un enamoramiento, pero sentía que le gustaba, le gustaba mucho, su corazón se aceleraba agradablemente cada que tocaba su mano o simplemente estaba cerca de él.

—¿Puedo pensarlo? No quiero tener que rechazarte tan rápido— bromeó Chay, mitad en broma, mitad en serio.

—Claro, ángel, puedes pensarlo. ¿Vas a querer almorzar conmigo?

Porchay lo pensó, pero revisó su teléfono celular para ver la hora y se encontró con un mensaje de su hermano de hace unos minutos.

—No puedo, tengo una cita.

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora