⅖. san valentín

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Su despertar fue ajetreado, mucho más ajetreado a lo que Porchay estaba acostumbrado.

Apenas abrió los ojos, su mañana empezó a joderlo, ya que vió los rayos del sol entrando a su habitación y al ver el reloj que colgaba en la pared, soltó una maldición.

Se había quedado dormido, además de que su teléfono estaba descargado y no encontró a Macau a su lado.

Su novio era su alarma la mayoría de las veces cuando se quedaba sin batería, pero esa mañana no, porque Macau debía asistir a una reunión para una donación que quería hacer y lo había olvidado.

Iba tarde, media hora tarde a la presentación de su tesis y eso le hizo sudar frío. Decidió no ducharse, solamente lavarse el rostro y los dientes, ponerse de ropa lo que había planchado y colgado el día anterior.

—¿Dónde estás?— preguntó Chimon al estar en altavoz, tenía su teléfono conectado a un cargador portátil y apenas existiendo.—¡Faltan dos equipos y nos toca!

—¡Ya voy! Me quedé dormido— Porchay atravesó la sala como un vendaval, agarrando sus llaves y sus zapatos.—¿Tienen la presentación?

—¡Si! ¡Solo apúrate en llegar!

Colgó y lanzó su teléfono en su bolso, cerrándolo y usando su mano para arreglarse los zapatos a medio entrar, corrió a su auto, cortesía de Macau, y se subió a toda marcha, encendiéndolo y dándolo todo.

—¿Por qué siempre que estoy atrasado debo encontrarme con un imbécil a paso de tortuga?— susurró Porchay con frustración, tocando la bocina.—¡Muévete!

Llegó a la universidad en tiempo récord, jodidamente olímpico, cerró su auto y se dirigió a su aula, repitiéndose mentalmente su discurso.

También rezando un par oraciones, solo por si acaso.

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—Tranquilo, Chay.— le consolaba Nanon, acariciando su espalda.—No llores.

Porchay hipó, tratando de eliminar las lágrimas con sus dedos.

—N-No puedo creerlo...— dijo el menor, con voz incrédula.—No, no.

—¡Porchay!— Chimon le sacudió de los hombros, una sonrisa de oreja a oreja amenazando con dividirle la cara.—¿Por qué lloras? ¡Pasamos!

—Es que- ¡estoy tan feliz!— se quejó Chay volviendo a llorar y siendo abrazado por sus amigos.—¡Ya no más exámenes, joder!

Ohm saltó emocionado.—Hoy celebramos si o si.

—¿Dónde vamos a beber?— Porchay los miró cuando se separaron.—¿Al club de siempre?

—Chay, no vamos a beber— dijo Chimon, abrazando a sus novios por los hombros.—Hoy tenemos otro tipo de celebración.

Porchay podía ser muy idiota, lo sabía, pero tampoco tanto. Captó la muy directa indirecta por parte de Chimon y eso hizo que soltara una risa.

La verdad, era obvio. Siempre tenían sexo, esa vez no sería la excepción.

—Ah.— exclamó.—Bueno, iré a buscar a Macau, nos vemos.

—Adiós.

Debía ser mediodía, probablemente, ya que todas las presentaciones fueron largas, sumado a las preguntas y comentarios de los profesores.

—Disculpa, ¿eres P'Chay, cierto?— le preguntó una chica interceptándolo en el camino.—Hola.

—Hola, ¿te conozco?

La chica de sonrisa bonita y rostro regordete le extendió una bolsita de color rosado, apenas Porchay la tomó, la chica se alejó a pasos rápidos lejos de allí.

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora