²⁰. buenos días

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Había despertado, pero aún así, permanecía inmóvil, no quería moverse de esa cómoda cama.

Sin embargo, el olor a café recién hecho le hizo dudar de continuar durmiendo, ya que su estómago parecía rugir y por primera vez en mucho tiempo, tenía demasiada hambre.

Se estiró como un gato, entreabriendo sus ojos y sintiéndose realmente descansado. Esa era una de las razones por la cual amaba dormir en la cama de su novio, tan cálido y cómodo.

Soltó un suspiro lleno de placer exagerado abrazando la almohada a su lado, pero se quedó a medias, ya que sus músculos le resintieron y su suspiro se volvió un quejido, le dolía la espalda y las piernas.

Pensó un milisegundo la razón de su dolor, pero después recordó la verdadera razón y se encogió en las sábanas, soltando un chillido avergonzado ahogado por la almohada.

—No puedes ser...— murmuró, incrédulo.

Había tenido su primera vez, con Macau, y había sido tan... maravilloso.

Estuvo tanto tiempo asustado de desnudarse frente a alguien, de mostrarse como era, tanto tiempo ahogándose en sus inseguridades y bloqueándose a sí mismo de sentir algo más, de experimentar, y ahora, con Macau, descubrió lo que se siente de verdad hacer el amor.

Y le avergonzaba, se sentía tímido al recordar lo que hicieron anoche. Ya no podía volver a ver su rostro, no, ya no podría.

—Buenos días, ángel— escuchó la voz de su novio, entrando a la habitación.—¿Cómo dormiste?

Porchay como respuesta, se cubrió con la sábana hasta la cabeza y eso hizo reír a Macau por lo tierno que lucía.

El menor escuchó como dejaba la taza en la mesita de noche, se encogió cuando sintió el colchón hundirse a su lado, abrazando la almohada con más fuerza.

—Amor, ¿puedes dejarme ver a mi novio?— le preguntó Macau, acariciando su cabello sobre la tela.—¿Podrías?

—No quiero.— murmuró.

—¿Por qué no quieres?

—Porque...— Chay hizo un sonido vergonzoso.—Me da pena.

Podía sentir la sonrisa de Macau a través de la sábana, claro que la sentía, así que tomó el borde de la sábana y la bajó un poco, solo dejando ver sus ojos parar mirar a su novio.

—Buenos días, bebé— miró como Macau le sonrió, acarició su cabello desordenado y le besó la frente.—¿Cómo dormiste?

Cerró los ojos, disfrutando de los mimos.—Bien, muy bien. ¿Y tú?

—Perfectamente. ¿Quieres desayunar?

Porchay miró a su novio y después a la mesita donde se veía la humeante taza de café, para volver a ver a Macau.

—¿Podría tener un momento?— pidió.—Necesito... privacidad.

Esperó que Macau le preguntará porqué, o espero que se riera, pero en cambio, solo asintió, buscó alguna señal de enojo en su rostro, pero no encontró nada.

—Claro. Estaré afuera, cariño.

—Gracias.— respondió, sintiéndose repentinamente culpable.—Sé que es tu habitación, no quier-

Macau se inclinó y acunó su rostro, pellizcándole las mejillas.

—No me agradezcas o te disculpes, en serio. Si lo necesitas, no me molesta darte mi habitación— su novio lo miró, dándole a entender que estaba bien.—Mi espacio es tu espacio, ¿entiendes?

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora