²¹. sorpresas

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Convencer a Porsche no había sido tan complicado como pensó que sería.

Esa mañana de un domingo, bajó las escaleras de su casa y se dirigió nervioso a su hermano mayor, quién preparaba lo que parecía un galón de café.

—¿Para qué tanto café?— preguntó.

—Para continuar con la temporada cinco de mi novela, estoy en la mejor parte.— le respondió Porsche.—¿Qué haces despierto tan temprano?

—Son las once de la mañana, P'.

Su hermano mayor abrió los ojos con sorpresa.

—Maldición.

Porsche continuó preparando su café, Porchay sintiéndose algo nervioso, caminó alrededor de la cocina y tomó un vaso sirviéndose un poco de jugo.

—P'...

—Dime.

—¿Alguna vez has pensado en vivir con P'Kinn?— preguntó, cacheteándose mentalmente al notar que no sonó nada sutil.—Estuve pensando en eso cuando visité a P'Pete y P'Vegas.

—Ellos están casados, Kinn y yo no estamos comprometidos siquiera.

—Lo sé, pero sabe que existe el concubinato, ¿no?— Porchay se sentó en la encimera, mirando a su hermano.—Una pareja viviendo como un matrimonio, pero sin serlo.

—Sí, sé sobre eso, Chay. Simplemente no lo hemos hablado...— el mayor vió a su hermano menor.—¿Por qué te interesa?

—No- uhm- bueno... Macau hace unos días me preguntó si... podía vivir con él y le dije que sí— respondió, enredándose entre las palabras.—Pero me gustaría hablarlo contigo, no quiero que pienses que quiero irme porque hay algo malo, solo...

—Solo quieres experimentar lo que es vivir con tu novio— completó Porsche, asintiendo lentamente y revolviendo el azúcar en su café.—¿Cuándo piensas mudarte?

—No lo sé... ¿esta semana?

La ansiedad empezó a formarse en el estómago de Porchay, retorciéndose en un nudo que le daba náuseas y le hacía jugar con sus dedos.

—¿Te sientes seguro al respecto?— Porsche cuestionó.—¿Te sientes preparado para vivir el día a día con Macau?

—Lo estoy, P', te lo prometo.

Porsche dejó el café a medio terminar, dió unos pasos y abrazó a su hermano. Porchay estuvo unos segundos procesando, alzó sus brazos y rodeó el torso de su hermano mayor, manteniéndose abrazados por unos momentos.

—No necesitas prometerme que estás seguro, solo prométeme que te cuidarás, ¿sí?— dijo Porsche.—Será difícil adaptarse, puedes venir siempre que quieras, ¿lo sabes, no?

—Sí, P'.

—Recuerda confiar en Macau, no te olvides de expresar como te sientes... cuando te sientas mal, dilo, o puedes decirme a mi. Siempre estaré para ti.

Los ojos del mayor se aguaron un poco, oh joder, ¿cómo no? Su hermanito, su tesoro más preciado en la vida, estaba creciendo tan jodidamente rápido y no podía cuidarlo siempre, alguien más tendría esa responsabilidad.

Siempre se había burlado de los padres, de ser tan sentimentales, de no dejar ir a sus hijos y ahora estaba en ese puesto. No quería dejar ir a Porchay, porque quería estar ahí para él, noche y día.

Esas madrugadas donde se despertaba de las pesadillas y dormían juntos, donde madrugaba para hacerle el desayuno y llevarlo a la escuela, lo ayudaba con sus tareas, lo regañó cuando se dormía tarde, lo acobijó cuando lloró por Kim y le dedicó un amor que nunca le había dedicado a nada.

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora