¹⁶. gracias

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—Mano derecha, azul.

—¡No me...— Vegas tragó la maldición y acató lo dicho por su hermano, conteniendo la respiración y manteniendo el equilibrio.—Mierda.

—¡No te muevas!— Pete miró mal a su esposo, quién resbaló su mano.— Vegas, si llego a perder por tu culpa...

Macau rió.—Pete. Pie izquierdo, rojo.

Pete retorció su muñeca y arqueó su espalda en un movimiento rápido, pasando por encima del brazo de Porchay y tocando el círculo de color con la punta de su dedo del pie.

—No caigas, no caigas, no caigas...— susurraba Vegas como un mantra.

—Chay, mano derecha y...— Macau entrecerró los ojos y miró la ruleta, haciendo equilibrio de una mano.—verde.

Porchay tensó su abdomen y se apoyó de su codo, su mano llegó a parar en el círculo de color verde, quedando enredado entre las piernas de Pete y el torso de Macau.

Macau le sonrió.—Hola.

—Hola— tensó una sonrisa algo incómoda, su hombro estaba teniendo un calambre.—Sigues tú.

—Me toca— su novio le dió a la ruleta con el dedo del pie y miró.—Pie derecho, azul.

—Atrévete a empujarme y te daré una patada— amenazó Vegas, en el momento que Macau posó su pie en el costado del mayor.

Se habían vuelto un manojo de extremidades, ninguno estaba dispuesto a perder, ya que el perdedor debería hacer la cena, sin excepciones.

—Amor, ¿qué hora es?— preguntó Pete.

El mayor miró de reojo su reloj de la muñeca.—Cuatro y veinte.

—Mierda, ¿no vamos a ir al cementerio?

—Shit, that's right— Vegas miró a su esposo como pudo.—¿Cierra a las cinco, no?

Pete asintió, pero no tuvo oportunidad de decir nada, porque al mover la cabeza sus brazos perdieron el equilibrio y cayó el suelo, llevándose a Porchay con él.

—¡Ay!

—¡Safo!— Pete alzó sus manos y miró a Chay.—Caímos juntos, pero yo hablé primero.

—¡Eso no se vale!— Chay se sobó el hombro adormecido.—P', usted me hizo caer.

—Pero tocaste el suelo antes que yo— refutó Pete, cruzándose de brazos como un crío.—Y ya safé.

Porchay hizo un puchero.—Nadie dijo que decir safo tenía valor si había un empate.

—Nadie tampoco dijo lo contrario.

—Ya dejen de discutir, pedimos delivery— Vegas soltó un gemido lastimero lleno de dolor, mientras se dejaba caer en el suelo.—Mierda, ya estoy anciano.

Porchay se acostó junto a su novio, ambos desplomados en el suelo sobre la tela del juego, uno de tantos juegos de mesa que yacían en su casa. Macau rodeó su torso con su brazo derecho y cerró los ojos, abrazándolo como un koala.

—Levántate, anciano— Pete estiró su espalda y le dió un pinchazo en la rodilla con su talón.—Vamos a arreglarnos.

—Ya... ya voy.

Cuando los adultos salieron de la sala y se dirigieron a su habitación, Porchay palmeó la cabeza de su novio suavemente.

—¿Mh?— preguntó el mayor, somnoliento.

—¿Por qué van a ir al cementerio? ¿pasó algo malo?

Macau se removió, abrió sus ojos y miró hacia arriba para ver a su novio, apoyando su mejilla en su pecho.

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora