¹⁷. a tu cuidado

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Porchay entreabrió los ojos, sintiendo como la persona a su lado no dejaba de moverse y el colchón dejaba oír cada movimiento.

—Amor— susurró suavemente, tocándole el brazo.—Quédate quieto, pareces lombriz.

Volvió a cerrar los ojos y se acercó a Macau, pero su novio se retorció, acurrucándose contra su costado y encogiéndose en un ovillo, se sentía incómodo, algo ahogado por el calor que desprendía su novio.

—¿Macau?— Chay posó su mano sobre el rostro de su novio, sintiéndolo sudoroso.—Hey, cariño.

Recibió un quejido de respuesta por parte de Macau, pensó que estaba teniendo una pesadilla, pero lo descartó por completo al momento de tocar su frente hirviendo.

—Mierda, Macau— Chay se descubrió con las cobijas y encendiendo la lámpara a su lado, notando que el contrario estaba empapado de sudor.—Macau.

Una sensación de angustia le invadió, se paralizó por un momento mientras se sentaba en el colchón, Macau tenía un brazo enroscado a su cintura y estaba enredado entre las cobijas, respirando pesadamente, con el rostro sonrojado y completamente sudoroso.

—Macau, amor— Chay lo sacudió levemente del brazo, notando como su novio seguía inmóvil.—¡Macau!

Probablemente habló muy alto, no le importó, con la preocupación y la ansiedad afianzándose a su pecho. Macau soltó un quejido, entreabriendo los ojos y mirando a su novio con ojos cansados.

—¿Qué...?

—Vamos al hospital, estás hirviendo en fiebre.— Porchay lo tomó del rostro y le hizo enfocar sus ojos en los suyos.—¿Puedes levantarte? Necesito llevarte al hospital.

Ya Porchay estaba armando un plan en su mente, tomar el auto de su hermano y llevar a Macau al hospital aunque tuviese que cargarlo en su espalda hasta el auto.

—¿Mh? No— Macau tosió y trató de regalarle una sonrisa.—Estoy bien...

—¿Acaso estás loco? Vamos-

—No quiero ir al hospital— la voz de Macau sonó agrietada, la mano de su novio se aferró a su brazo.—Ángel.

—Macau...

—Por favor, Porchay. No me gusta el hospital— el corazón de Porchay se arrugó ante los ojos cristalizados de Macau y como se hacía un ovillo.—No quiero ir a un hospital, por favor.

Y Macau volvió a dormir antes de que Chay pudiese discutir.

Su mente quedó en blanco mientras que pensaba en que carajos hacer, nunca en toda su vida ha cuidado de alguien enfermo, solo cuidaba de sí mismo cuando tenía alguna fiebre o gripe, tomando un té y durmiendo hasta que se mejorara.

Pensó en ignorar la petición de su novio y llevarlo a rastras al hospital, aunque tuviese que conducir en la madrugada y así estar seguro de que recibiría tratamiento, pero se imaginó la tristeza y la traición en el rostro de Macau y descartó esa idea por completo.

No se había dado cuenta, pero estaba de pie y caminando de lado a lado, podría jurar que le haría un agujero al suelo, pero eso no podría importarle menos.

—Bien, ahora necesitas ubicarte Porchay. Piensa.

Tomó su teléfono de su mesita de noche y observó la hora, palideciendo al notar que la hora reflejada eran las tres y cuarenta de la madrugada.

—En la hora del diablo.— susurró, llevando su teléfono a su pecho y mirando hacia atrás, pero se cacheteó mentalmente.—Joder, Chay, concéntrate. ¿Qué harás?

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora