²⁴. un gran día

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La mañana de Navidad se sintió como un jodido sueño, uno donde se sentía la persona más afortunada del planeta y quería que el momento fuese eterno.

Macau lo despertó con muchos besos en su rostro, sus brazos rodeando su cintura y su calor corporal dándole comodidad. Deseaba seguir durmiendo, pero por supuesto que Porchay no quería perderse de los mimos proporcionados por su novio, haciéndolo sentir como siempre le decía.

Cómo lo miraba, como lo besaba y como le hablaba. Le hacía sentir como un ángel en el cielo.

—No quiero levantarme— confesó Macau, escondiendo su rostro en el cuello del menor.—Quiero seguir así. Por siempre.

Porchay rió, y el mayor disfrutó del sonido vibrante que surgía de su pecho.

—Ya es Navidad— recordó en un susurro, sus dedos haciendo figuras imaginarias sobre la piel tibia de Macau.—Quiero darte mi regalo.

Macau cerró los ojos y pensó en lo increíble que era el espacio entre el cuello y la clavícula de Porchay.

Ese espacio pequeño de piel, lleno de calidez y de su olor característico, donde su rostro encajaba perfectamente y sin ninguna duda, podía ser un calmante para sus dolores de cabeza, su estrés y sus preocupaciones.

¿Cómo podría tener un mejor regalo que Porchay?

—Mi regalo te va a encantar — prometió Macau, sonando más retador de lo que esperaba.

—¿Ah sí? ¿y qué es?— bromeó Porchay, tirando de un mechón de su cabello.—¿Una fábrica de helado?

—Yo. Yo soy tu regalo.

Porchay volvió a reír, tomándolo de las mejillas y mirando a Macau con sus ojos achinados.

—En ese caso, sí, me encanta.

🐣

Tankhun y Venecia lucían, literalmente, como una fresca flor a comienzos de primavera, mientras que los demás parecían que no había dormido en años.

Sin nombrar a Big y a Ken, joder, parecían la encarnación perfecta y total de los zombies.

—Lucen de la mierda— se burló Porsche, mientras que bebía de su humeante taza de café.

Big hizo un sonido afirmativo, llevándose un trozo de pan a la boca.—Khun y Veni duraron toda la noche viendo todas las películas de Barbie.

—Nosotros igual— completó Ken.— pero ellos no lucen como personas con solo tres horas de sueño.

—¿Veni? Que lindo— preguntó Pete.—Tankhun, te dije que debías acostar a mi hija a las diez.

—La acosté a las diez en la cama, yo estaba viendo Barbie en el Lago de los Cisnes y Veni— la señaló, Venice bebiendo de su chocolatada inocentemente.—Como una linda niña, preguntó si podía ver Barbie conmigo, ¿quién era yo para negárselo?

—Ya no voy a dejarla más contigo.

—¿Y a quién más piensas dejársela?— preguntó Tankhun retador.—Sacrifiqué mi noche de sexo por Venice, llámame cuando alguien haga eso por ella.

—Como si no tuvieras de eso todas las noches.

—¿Y qué si lo tengo todas las noches? ¿Eh?

Big, Ken y Porsche se desconectaron de la discusión, centrándose en Venice sentada en el regazo de Vegas, quién veía su tablet y bebía de su taza de café. Junto a ellos, estaban Macau y Porchay, ambos desayunando cereal mientras veían Kung Fu Panda reflejado en el televisor del comedor en el hotel.

Ángel [MacauChay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora