El fuerte perfume que le había puesto Jin aún seguía impregnado en su garganta al igual que el dulce sabor del gloss de frutilla, Nunca se había maquillado en su vida, fue una buena experiencia, la base era más necesaria de lo que pensaba y ni hablar del polvo compacto ¡ADIOS PIEL GRASA! su cabeza ya parecía catálogo de Avon.
Por suerte a su físico, el lugar estaba muy cerca, de echo lo podía ver desde su balcón. Los gritos de las chicas que iban llegando y las canciones ahogadas entre las cuatro paredes de la discoteca llegaban hasta su habitación, ahora entendía nporque Jin se había mudado a ese departamento en específico, estaba en el barrio más fiestero de todo Seoul.
En su adolescencia salía casi todos los fines de semana con su grupo de amigos. Tenían la costumbre de recorrer un par de bares y discotecas durante la noche y siempre encontraban a Jin en algún lugar de la ciudad bailando y tomando como si fuera su último día de vida.
Las miradas de la gente lo incomodaban bastante, algunas chicas llegaban a hablarle en busca de su número, nunca fue un galán en las citas, tampoco se consideraba una persona tan atractivo. Su experiencia era una relación formal que había tenido en la secundaria, no duro mucho, el chico lo engaño con su mejor amiga y le corto por mensaje a las semanas, el resto de su vida amorosa fueron polvos o propuestas que rechazaba por la falta de interés.
El lugar estaba repleto de luces y gritos, la pista explotaba de gente, todos bailando sin pudor a estar demaciado cerca o pegados a un completa desconocido, con tragos a su lado y sudor corriendo por sus pieles. Seokjin no tardó mucho en desaparecer dentro de la masa de personas, dejando solo al menor, sin ningún tipo de rumbo en la fiesta.
La barra era el lugar más tranquilo, cerca de la pista había otra que rebalsaba de gente y tragos. De este lado de la discoteca se alojaban los borrachos y antisociales que habían sido rechazado por sus ligues o abandonados allí por sus grupos de amigos, por eso Nam se encontraba ahí, cabizbajo, mirando fijamente a su trago sin darle mucha importancia a las personas que sentaban junto a él para luego irse con una ronda de tragos para sus amigos.
- Hola- una profunda voz lo saco de sus pensamientos- ¿Estás solo aquí?- pregunto pensando que Namjoon era un borracho más con el que charlaría durante unos minutos.
- No, vine con un amigo- revolvió un poco la bebido y sorbió sin voltear a verlo, pensado que sería un borracho que venía a pedirle algo- pero si te soy sincero, no sé ni dónde está. Hace un rato entro a la pista y nunca más lo ví- su sinceridad saco una carcajada al chico a su lado.
Su risa era extrañamente familiar. Tenía un tinte nostálgico, como si estuviera rebosada en la arena y el mar de su ciudad natal.
- Te entiendo, desde que llegué que no encuentro a mi amigo Taehyung- el trago del desconocido llegó, vio por el rabillo como volteaba hacia la pista, pero se arrepentía y volvía a acomodarse en su butaca.
Lo único que podía distinguir entre las luces y el humo era que llevaba una chaqueta negra y una camisa gris plateada.
- Buscarlo allí adentro va a ser imposible. Acabo de llegar a la ciudad y ya me arrastró a una fiesta, se merece perderse un rato- El alcohol en sangre le ablandaba el habla a Namjoon, solía charlar con desconocidos de sus problemas luego de un par de whiskys.
- Espera ¿Encerio? Yo me mudé aquí hace un mes, vengo de un pueblo costero y vine para estudiar en la universidad de arte- sus palabras despertaron curiosidad en Nam.
- Que casualidad, yo también soy de un pueblo costero y - ese tinte pelimenta, la púa que colgaba de su cadena de plata, el anillo en el pulgar, la tes blanca como la leche y esos ojos gatunos pertenecían a alguien que el conocía muy bien- vengo por la universidad de arte- Yoongi, el chico de la playa, estaba bien y aparentemente feliz, entablando por primera ves una conversación con él.
- Wow, que casualidad, supongo que uno nunca se cansa del mar, pero si de la gente- Yoongi hablaba mirando hacia la pista, prestándole atención a distintas figuras. Nam solo lo podía ver con conmoción.
Quizás el alcohol avivó todas sus emociones al punto de poder llorar, reír, gritar, sorprenderse al mismo tiempo
- Bueno, yo me fui porque no tenía futuro allí- continuó- ¿Tu?
- Yo... me harté de mi familia y lo cerrado que el todo, pero los atardeceres en la playa me hicieron quedar durante mucho tiempo allí- el atardecer y alguien más.
- Extraño mucho sentarme a tocar la guitarra en la arena- parecía irreal- iba a diario- la sensación de rareza lo comenzaba a invadir, en cualquier momento disociaría. No quería olvidar este momento.
- Que lastima...
- Si. Cuando llega la tarde me siento algo perdido, iría a algún parque, pero me da miedo que la gente comience a dejar dinero en el estuche de mi guitarra- A pesar de que sentía como su cuerpo se volvía un caparazón vacío por la disociación, lo lograba escuchar con atención- Tendría que buscar alguna actividad... ¿Amigo te encuentras bien?- Namjoon se había quedado callado mirándolo fijamente con un hermoso brillo en sus ojos.
- Disculpa, no te dije mi nombre. Soy Kim Namjoon- le extendió la mano para concretar el saludo.
Se sorprendió con lo suave que era el tacto de su fría piel.- Soy Min Yoongi- una extraña pero hermosa tensión rodeo a el para de chicos.
- ¿Quieres ir a mi departamento? Está en la otra cuadra- debía arriesgarse.
Muchas gracias por leer este capítulo, espero quieran leer el próximo. 💗
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la voz del mar/ Namgi Bts
RomansaYoongi iba todos los días a las orillas del mar a tocar la guitarra, Namjoon le ponía letra a las melodías desde las alturas del puerto. Ir a ver a su preciado pelimenta era la actividad favorita de Namjoon. Pero un día, Yoongi desapareció sin dejar...