Allá estoy yo sentado en una plaza esperando a alguien, no tengo ni idea de quien, pero bueno, miro a las personas pasando de un lado al otros en el medio de una plaza en Lima.
Me parece que los peruanos no son tan apurados como yo, caminan conversando y sin miedo, el aire parece muy tranquilo, ni parece una ciudad grande, pero sí una de provincia de mi país; la noche está fría, mi chamarra por más que sea muy caliente, siento el viendo, pasando por sus agujeritos, por ser de lana.
— ¡Qué rico! — Escucho de cerca, me asusto y giro mi cabeza al lado, para ver que es eso, veo una chica pequeña, con un cabello largo, ojos grandes, culo del tamaño de una sandia voluptuosa y apetitosa, senos que parecen dos melones que no sienten frio, pues su escote muestra mucho de ellos.
— ¡Hola! ¿Habló conmigo?
— Sí, ¿has visto a otro chico tan guapo por aquí? — Se sienta ella a mi lado. — Quiero divertirme esta noche. — Completa ella poniendo sus manos pequeñas, dedos finos e las uñas grandes.
Sin decir nada, levanto mi mano la pongo abierta en su cuello apretando firme con los dedos. Sus ojos se vuelven hacia mí, parece que le calienta algo a dentro, pues su mano parece estar aprentando mi muslo, lo que me hace sentir mi pene moverse hacia arriba. Pero lo disimulo, pues no quiero que ella perciba.
Sigue mirándome y ahora muerde la punta del labio levantando su cabeza para que mi mano le aprete aún más su cuello. De pronto su mano sube para mi pene, no decimos una palabra y las personas siguen pasando por nosotros, pece la hora.
Por arriba de mi pantalón siento sus finos dedos hacerle cariño a mi pene, que se levanta aún más y este macizo como una roca. Percibo su mirada hacia mi cambiando, para una muestra de ganas y le aprieto más el cuello, me parece que le va a doler. Pero parece que le está dejando con más ganas.
Siento su mano fría por el viento de la noche limeña adentro de mi pantalón y mi calzoncillo, mi respiración cambia, mi mano ya no logra apretar a su cuello. Ella saca a mi pene en el medio de la plaza y solamente me mira.
Mira hacia mi pene y para mí, sujeta su pelo hacia su e espalda para que no le moleste. Se asoma hasta mi pene, ya no le miro, solo veo a las personas pasando por nosotros. Siento su boca caliente pasar por mi pene, abrazándolo y pasando la lengua levemente.
Empiezo a sentirme muy bien, miro el cielo con sus nubes mientras ella está chupando mi pene de manera tranquilo y sin prisa en el medio de la plaza. Parece que estoy saliendo de la plaza, siento mi cuerpo yendo hacia el cielo, me siento en el cielo. De hecho, estoy volando camino a Cusco, pero no paro en la ciudad y sigo el camino del Inka. No sé donde voy a parar, está muy rápido y no puedo ver que está a mi alrededor.
Paro, estoy en algún lugar. Miro a los alrededores y me doy cuenta que he parado en una de las siete maravillas del mundo: Machu Picchu.