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— ¿Dónde estás? — el rubio revolvía sus cajas, en busca de un hilo de color rojo, lo necesitaba para terminar una bufanda.

Escuchó un pequeño tintineo, para luego sentir que algo chocaba con su pie, su preciada lana. Levantó la mirada y observó a un felino color naranja y estampado de Tigre, el cual lo miraba con sumo detenimiento.

— Gracias, lo estaba buscando — se sentó de nuevo en la mecedora, pero el gatito se Acomodó entre sus ovillos, estaba lo suficientemente cómodo desde esa posición.

— ¿Qué haces con este frio afuera? Tus dueños son demasiado inhumanos… ¿Soonie ? — arrugó su entrecejo, intentaba leer con sus lentes lo que decía en esa pequeña placa, recibiendo un maullido.

— Bien, Soonie, yo no seré tan inhumano cómo ellos — se apresuró a terminar de tejer las últimas franjas de la bufanda.

Esta tenía colores vivos, daba algo de vida a lo oscuro que podía ser el invierno.

Se acercó el más pequeño y con cuidado la enrolló sobre su cuello, el felino ronroneaba a gusto mientras sentía que el calor volvía a calar su pelaje, también porque el aroma a cerezas y crema del mayor estaba impregnada en ella.

— ¡Hey! ¡No te vayas! — y como si fuera poco, El animal corrió lo más rápido que pudo, robándose aquella prenda.

— Ladrón, ni siquiera agradeció — se sentó de mala gana e intentó retomar algún nuevo tejido.

Por otro lado, el minino no era ningún tonto, el olor de ese omega hizo que algo dentro de él hiciera “click”.

Se perdió de la vista del chico a través de unos arbustos, pero el en realidad estaba buscando la forma de ir a su casa, la casa de al frente.

Entró por la puerta de mascotas, no parecía imaginar lo que le esperaba.

— ¡Gato insolente! Te escapaste y para colmo, después de morderme mientras dormía — el más alto tenía una pantufla en su mano, preparado para golpearlo.

El atigrado se quedó en su sitio, esperando el impacto del objeto, cuando este “tocó” su lomo, lo digo porque apenas y rozó con su cuerpo.

— ¡Y para la próxima tendrás más! — luego lo cargó y llenó de besos cada parte de su carita.

— ¿Quién es un lindo gatito? ~— le acarició su panza, hasta que su sentido del olfato hizo que se detuviera.

Tomó con miedo la prenda desconocida que llevaba su gato, su instinto de alfa le decía que la oliera.

-mío, humano, nuestro omega-

— ¡Cállate! Eres un perro pulgoso — alejó aquello de su nariz, mientras el más pequeño lo miraba exigente.

— Tú no me mires así, como castigo esto se irá conmigo — y le sacó infantilmente la lengua.

— ¡Deja de pelear con el gato, Minho! — si pudiéramos describir la satisfacción de Soonie, nos reiriamos todo el día





¡𝚞𝚙𝚜! 𝙽𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝙷𝚒𝚕𝚘 𝚜𝚎 𝚝𝚎𝚓𝚒𝚘́ ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora