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Jisung había pasado cinco días encerrado en su cuarto, con suerte y se alimentó durante este tiempo, eso porque su mamá lo obligaba ya que era del tipo de persona que si se concentraba no quiere hacer otra cosa.

Algo que había pasado por alto, era el dolor punzante en su mano derecha, el cual se creyó estar controlado sin embargo empeoró.

Para su suerte ya al día siguiente sería el cumpleaños del alfa, por lo que todo el esfuerzo valdría la pena. Ya eran las Diez de la noche, a esa hora no tienen permitido hacer ruidos o gritar, sin embargo escuchó como suaves golpes llegaban a su ventana.

Se Asomó entre las cortinas y aunque estaba oscuro, pudo reconocer la silueta que estaba en su jardín.
 
—      ¿Qué haces aquí? ¿No ves la hora que es? — le habló suave, pero lo suficientemente alto como para que escuchara el castaño.
 
Consigo traía una libreta y un bolígrafo, tenía fríamente calculado como haría para poder hablar con él.

¿Cómo estás? :-(
 
El omega seguía confundido, sin embargo se recostó en el marco de la ventana — eso no importa, dime, ¿Cómo estás tú? —
 
Tengo hambre, aun me debes comida >:(

      — Eres un chillón, esa invitación la estoy pensando todavía — el más alto hizo un gesto de indignación y cambió la página.
 
Tómame en serio, Jisung

El semblante del mayor ya era uno un poco más serio.
 
¿Cuándo volveremos a vernos?
 
—      ¿No nos estamos viendo? —  y Lee blanqueó los ojos.
 
—      ¡Sabes a lo que me refiero! — y el rubio se sorprendió con aquel grito.
 
—      No lo sé —
 
Solo piensa en ser sincero conmigo
 
Para ese punto el lobo de ambos ya estaban más que seguros de lo que querían, más no lo admitían.
 
Por favor Jisung, no juegues con nosotros :(
 
Le dedicó una última mirada y dándose la vuelta se alejó de la presencia del omega.
 
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—      ¡Cariño! — Nayeon recibió con un beso en la mejilla a su rubio favorito y lo invitó a pasar.

Amaba lo acogedora que podría llegar a ser la casa de los Lee, esta ahora tenía globos de distintos tonos de azules y dorados regados en varios lugares de la Sala, junto una mesa llena de dulces donde se destacaba un pastel en forma de gato.

—      Deja tu regalo en la mesa, ¿quieres algo de tomar? —  él seguía entretenido viendo la decoración, por lo que amablemente negó.
 
—      ¿Y Minho? — los dedos del rubio jugaban entre sí por la impaciencia, quería ver la reacción del más alto cuando viera su regalo.
 
—      ¿No han hablado? Él fue a traer a una amiga de su antigua secundaria — le dijo mientras terminaba de acomodar la mesa.
 
—       Deje le ayudo — aceptó gustosa, ya que necesitaba tener todo listo mientras llegaban los invitados.
 
—      ¿Vendrá mucha gente? —
 
—      Mi familia no es tan grande como la de su padre, pero ellos están en Japón así que vendrán sus abuelos, un par de amigos y mi pareja — en ese momento el timbre fue sonado.
 
—      ¡Deben ser mis pollitos! — corrió ella hasta la puerta con emoción.
 
Habían dos chicos, uno alto de cabello largo y de color rosa con unos labios gruesos, el otro era más bajo y de cabello miel, pero con muchas pecas en el rostro.
 
—      Tanto tiempo sin verla — ambos la abrazaron con confianza y entraron dejando sus regalos sobre la mesa.
 
—      Cariño, te presento a Hyunjin y Félix. También se los presento, él es Jisung — por sus olores se dio cuenta de que eran alfa y omega enlazados.
 
—      Es un gusto, amo tu suéter — el más bajo de acercó y tocó las mangas de este.
 
—      Gracias, de hecho lo tejí yo — Hwang tomó las manos De Lix y las alejó con cuidado.
 
—      Es un poquito curioso, ignóralo — rieron en sinfonía y luego se sentaron a conversar de temas triviales en el sofá.
 
Al rato llegaron los abuelos del alfa, tan elegantes y educados, daban un aura muy tranquila y amena.
 
—      Alguien huele muy bien por acá ~ — se acercó la veterana a los chicos, su cabello gris se recogía perfectamente en sus hombros y el maquillaje la hacía ver muy jovial para su edad.
 
—      ¿Es por mi marca? ~ — Hyunjin besó el hombro de su pareja sin vergüenza
 
—      Eso no es, es otra cosa — se acercó hasta Jisung y lo olfateó levemente — tú me das buena espina — y le revolvió el cabello.
 
Se dice que las omegas con mucha experiencia pueden saber cosas con sólo el aroma de ciertos omegas.
 
—      ¡Ya llegó Minho! — gritó el abuelo, indicando que todos se pusieran en posición.
 
—      ¡Sorpresa! — gritaron al unísono en cuanto la puerta se abrió, dejando al castaño junto a una chica que tomaba su brazo

¡𝚞𝚙𝚜! 𝙽𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝙷𝚒𝚕𝚘 𝚜𝚎 𝚝𝚎𝚓𝚒𝚘́ ᵐⁱⁿˢᵘⁿᵍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora