Despertar. Era algo que detestaba hacer desde hace ya un tiempo atrás. Despertar significaba muchas cosas malas en mi vida como lo era la falta de comida para una familia de bajos recursos. Despertar era como sentirse vacío, como si fuera un simple contenedor de algo tan hueco y oscuro como lo era mi alma.
Desayunar. Siempre me caía mal la comida por la mañana, pero terminaba tentándome por las exquisiteces que las mucamas preparaban para toda la familia. Éramos como unos burgueses en una era moderna, con platos de oro y comida en abundancia. Era asquerosa la cantidad de alimento que sobraba, y mucho más despreciables las ordenes de mi padre de tirar todo lo que quedara.
Ir a la universidad. Odiaba las ciencias políticas, carrera que había sido obligado a estudiar debido al sucio trabajo de mi padre como ministro de economía de Corea del Sur. Yo quería ser artista, tomar fotografías e ilustrarlas en los miles de lienzos que tenía en mi atelier. Pero para mi padre, eso solo era un hobby. No se podía vivir del arte.
Almorzar. Era el único momento del día en donde podía descansar de todas las personas que me rodeaban. En donde podía encerrarme en mi habitación por una hora completa antes de que dos guardaespaldas de mi padre me buscaran.
Guardar secretos del Estado. Esta era la parte más difícil y fácil a la vez. Mi padre no solamente era ministro en Corea del Sur, sino que mano derecha y mejor amigo del jefe de la mafia más grande de todo el país; el gobierno. A Junhyun no le agradaba mucho que usara esa palabra para describir las acciones corruptas que él y su amigo, el presidente, ejercían sobre los inocentes civiles. Pero a mí me importaba poco y nada su violento enojo cuando había sido obligado a hacer cosas que ningún adolescente debería haber hecho, y mucho menos aquellas tortuosas cosas que eh visto que aún me persiguen hasta el día de hoy y que tenía que seguir haciendo debido a sus órdenes.
Cenar. Esto era tan incómodo que terminaba atragantándome con la comida para irme lo antes posible, y excusándome con que el estudio me tenía demasiado ocupado como para escuchar las largas historias de mi padre sobre su día a día. Y no estaba de humor para ver a mi madre asentir con cada sarta de idioteces que el muy inútil de su esposo decía.
Dormir. Siempre deseaba no volver a despertar.
Mi vida se arruinó cuando cumplí la edad suficiente como para comprender que mi padre estaba metido en más líos de lo que realmente debería estar. Todos en Corea sabíamos –o al menos la pequeña porción de la población coherente lograba admitirlo– que el gobierno de Kwan empezó luego de un golpe de estado. Los militares destituyeron al ex presidente y decidieron que era buena idea fusilarlo en la plaza Gwanghwamun frente a todos los civiles y bajo la mirada de niños que no tenían por qué vivir con el trauma de ver a alguien ser asesinado frente a ellos.
Había muchos problemas con el gobierno de Kwan, y no solo las noticias amarillistas, o los constantes discursos que daba por televisión una vez por día, o que en las instituciones sea obligatorio aprender que el presidente y los ministros son héroes de Estado que vinieron para quedarse. Pero lo más tenebroso de todo, y por lo cual eh recibido más de un castigo físico por oponerme a estas prácticas, es la cantidad de desaparecidos que habían por semana debido a protestas en contra el gobierno. Muchos idols de kpop y periodistas desaparecieron de la faz de la tierra a los pocos meses de que Kwan obtuviera el mando a la fuerza, y hubo un pequeño levantamiento en frente a la casa de gobierno en donde millones de habitantes fueron asesinados y desaparecidos. Eso fue hace unos seis años atrás, y enterarme de la verdad fue lo peor que pudo haberme pasado. Especialmente si aquella verdad venía cargada de burla y risas por gente con tanto poder como lo era mi padre y todo el grupo de inadaptados sociales.
Años pasaron, y la gente dejó de hablar. El miedo los carcomía, y yo más que nadie lo sabía... porque en su momento también le temía a esta gente que me rodeaba, que solo podían hacer comentarios impropios hacia un pequeño chico de catorce o quince años, o que lo tocaron de formas que nadie debería haber tocado. Este niño, Kim Taehyung, le había temido a estas personas que le arrebataron a sus preciados seres queridos.
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El Guardaespaldas | kooktae
FanfictionUn país liderado bajo un gobierno corrupto se ve al borde del colapso cuando un grupo de rebeldes, conocidos como los Lazos Rojos, empiecen a causar revueltos por todas las ciudades y pueblos que estaban bajo el régimen de facto de Kwan. Debido a es...