Capítulo 5

355 34 0
                                    

Luego de que June y J hayan salido de la habitación, dejándome completamente a oscuras, pasaron alrededor de veinte minutos antes de que me trajeran una vela para poder alumbrar cerca de mi cama. Según lo que me dijeron y logré escuchar sobre una conversación que tuvieron ambos guardaespaldas con alguna de las mucamas, el generador de luz no estaba funcionando y estaban viendo dónde yacía el problema.

Las voces detrás de la puerta empezaron a susurrar luego de un tiempo, y tuve que acercarme para poder escuchar que hablaban sobre que los Lazos Rojos estaban amenazando con entrar en la casa. Mi cuerpo entero se tensó ante la nueva información, y simplemente fui hacia mi cama para tomar mi celular y enviarle un par de mensajes a Jimin.

Mismos mensajes que no parecían estar enviándose.

Mordí mis uñas y cutículas mientras me recorría toda la habitación de izquierda a derecha, en círculos, por las paredes y hasta en el techo. Era la tercera vez que me encontraba bajo amenaza de, muy probablemente, los Lazos Rojos. Y por más que yo apoyaba el movimiento, ellos no lo sabían. Podían hacerme cualquier cosa, y yo podía suplicarles por mí vida, pero ellos, aun así, no me creerían.

Lo único que quería hacer ahora era esconderme debajo de la cama, pero en vez de hacer eso, fui hacia la ventana y abrí sutilmente las cortinas. Las gotas de lluvia se acumulaban en cada rincón del vidrio, haciéndome casi imposible ver hacia el exterior. La negrura de la oscuridad solo dificultaba las cosas al mil por ciento. Lo único que podía distinguir eran hombres moverse de un lado al otro con linternas. Luego de un tiempo, la oscuridad volvió a hacerse presente en el patio trasero.

Me quedé estático mirando hacia el exterior a la espera de que algo sucediera para poder dar aviso a mis guardaespaldas. Pasaron dos minutos, luego tres y cuando me quise dar cuenta, llevaba diez minutos mirando a la nada. Y cuando me disponía en alejarme y rendirme, una luz amarilla apareció cerca del paredón del fondo. Vi movimiento, cosas volar por el aire, y más movimiento. Acerqué mi rostro a la ventana, intentando distinguir dónde estaban. Mis ojos se abrieron a más no poder.

Las cámaras de esa zona estaban en reparación por unas fallas que vienen teniendo hace ya unas semanas. Cada vez que las reponían, se veía estática. Pensaban que estaban rotas, pero ahora yo tenía una nueva hipótesis.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe, y yo me giré para encontrarme con J corriendo hacia mí con una velocidad que me impresionó. No llegué a siquiera tomar aire que ya me encontraba siendo tomado por los brazos y elevado en el aire. Quise negarme, pedir ayuda, pero J puso una mano sobre mi boca y la máscara negra sobre mi oído. Me removí entre sus brazos, intentando empujarlo hacia atrás.

—Necesito que hagas silencio—fue lo único que me dijo—. Están en la casa.

Mi cuerpo se tensó completamente, y abrí mis ojos a más no poder. ¿Cómo es que se había enterado tan rápido lo que había pasado atrás?

—¿Tienes algún lugar para esconderte? —lo pensé por unos segundos antes de asentir—. Ve hacia allí, y no salgas hasta que yo o June te lo digamos.

Finalmente me soltó, y yo no pude hacer otra cosa que hacerle caso.

Me separé de mi guardaespaldas de forma casi inmediata para ir corriendo hacia debajo de mi escritorio. A ciegas empecé a tocar la pared en busca de la pequeña ranura en donde entraba exactamente mi dedo índice. Fue tarea difícil, ya que mis nervios, mi cuerpo tembloso y mi cabeza que no dejaba de crear posibles escenarios en donde todos terminábamos muertos, me estaban complicando la tarea al mil por ciento.

Pero finalmente pude meter mi dedo en la pequeña ranura, e hice fuerza hacia mi derecha para mover la puerta corrediza. Dentro había un pasillo estrecho que conectaba mi habitación con otros cuartos de la casa, cuyas puertas estaban igual o mejor escondidas que las mías. Pero J me dijo que él iba a avisarme cuando sea seguro salir, así que me hice una bolita dentro del estrecho lugar y simplemente esperé con la puerta cerrada a mi costado.

El Guardaespaldas | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora