Capítulo 10

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Me desperté por el dolor de cabeza y porque sentía medio cuerpo adormecido y acalambrado. Mis ojos se abrieron despacio, y agradecí que las cortinas bloquearan casi toda la luz solar porque si no estaría gritando en este mismo momento.

Miré hacia mi costado. Jimin estaba acurrucado contra mi pecho, con una de sus piernas sobre mi cuerpo y su brazo rodeándome sin fuerza alguna. Mi propio brazo estaba debajo de él, y el adormecimiento ahora estaba cobrando sentido. Tomé aire profundamente, y cuando me moví un simple centímetro sentí mojado parte de mi pecho. Abrí mis ojos a más no poder y bajé la vista hacia el rostro de mi mejor amigo; estaba hinchado y, justo debajo de su mejilla y labios había un enorme charquito de saliva.

—Qué asco—lloriqueé ronco y bajo.

Moví el cuerpo de Jimin hacia un lado, e inmediatamente se acurrucó contra las almohadas que, en algún momento de la noche, corrió para la esquina.

Yo me senté en la cama y me quite la remera. Me sequé la saliva del pecho con la misma tela antes de lanzarla lejos en mi habitación, y pararme para buscar otra en mi armario.

Cuando me dispuse a ir, alguien tocó la puerta tres veces. Le di el permiso para pasar a una mucama, quien sin decir ninguna palabra fue hacia la mesita de noche y dejó una bandeja de plata con dos vasos de agua y un par de pastillas para el dolor de cabeza.

—¿Qué hora es? —le pregunté antes de que se vaya.

Mirando hacia el piso, se dio la vuelta en mi dirección.

—Las dos menos cuarto.

—Mierda—gruñí—. Gracias. Puedes retirarte.

Había perdido otro día más de clases. Tendría que ponerme al día si no quería perder la materia, y teniendo en cuenta que no tenía amigos dentro de esa clase, y a casi nadie le caía bien... definitivamente estaba muerto.

Busqué una remera nueva, negra más específicamente, y me la puse.

Me senté en la cama y miré al piso. No recordaba la gran parte de lo que sucedió ayer en la noche, solo que con Jimin sospechábamos que Jungkook y mi guardaespaldas eran la misma persona, cosa que yo no creía posible.

Suspiré y pasé mi mano por mi cabello para desordenarlo.

Recuerdo cuando éramos chicos y Jungkook había dicho que detestaba los tatuajes, o que conseguiría un trabajo en una tienda de comida para poder darles a las personas en situación de calle cuando lo necesitaran. Pero también... las personas cambian, y era posible que el Jungkook que yo haya conocido no haya sido ni el cuarto de hombre en el que se terminaría convirtiendo.

Además, su entorno seguro tuvo mucho que ver en aquel cambio drástico de personalidad y físico también.

Tendría que seguir el consejo de Jimin y hablar con J antes de que sea muy tarde. O tal vez ganarme su amistad y luego contarle la verdad... lo que primero suceda.

Le di una última mirada a mi mejor amigo antes de beber la pastilla de un solo trago y levantarme de la cama. Fui hacia la salida de la habitación, llevándome la sorpresa de que ambos de mis guardaespaldas estaban parados firmes y en uniforme a cada lado de la puerta. Ninguno de los dos me miró, pero yo los miré primero a Namjoon y luego a JK.

La luz dañó mi vista por unos minutos, y se intensificó el dolor de cabeza. Pero no había nada que frenara el inmenso dolor de estómago que empecé a sentir repentinamente debido al hambre. Así que empecé a avanzar por los pasillos en compañía de JK, quien iba unos cuantos pasos detrás de mí, y al cual no me atreví a mirar en todo el camino.

Por más que hiciera fuerza para recordar algo, no podía. No estaba muy seguro de cómo llegamos a la cama, pero es probable que haya sido obra de mis guardaespaldas. Lo único que deseaba es no haber dicho nada extraño o que podría arruinarme por completo.

El Guardaespaldas | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora