Capítulo 8

276 28 5
                                    

Estaba sentado sobre la cama de un hotel con el torso al descubierto mientras Jimin pasaba ungüento sobre las heridas que se habían abierto durante la mañana. Jadeé cuando sus dedos secos rasparon sin querer mi piel, provocando que se disculpara y pusiera más crema para no lastimarme.

Luego de que hayamos escapado de J hacia el piso superior de la mansión, escuchamos más ruido proveniente de la puerta principal. Así que decidimos escabullirnos por los pasadizos secretos de la casa hasta salir por el patio trasero. Algún que otro empleado nos vio curiosos mientras intentábamos pasar el paredón del fondo como un par de delincuentes.

Luego Jimin llamó a un taxi que estaba pasando por nuestra calle y terminamos por alojarnos un día en la suite presidencial de uno de los hoteles de un amigo de Jimin.

Desde que llegamos lo único que hacía era preguntarle a mi mejor amigo qué fue lo que pasó, lo que vio o siquiera lo que escuchó. Pero Park parecía sumido en su propio mundo, muy alejado de la realidad y anonadado con cualquier tipo de información que haya surcado su mente. Parecía, de cierta forma, drogado. Me atrevería a decir que hasta traumado.

—Ya está—susurró.

Escuché el pote de crema cerrarse con un click, y el peso detrás de mí desaparecer. Yo me giré completamente para mirar a Park, quien estaba muy concentrado en las cosas de la pequeña mesita de noche.

—¿Me vas a contar?

Jimin levantó la vista, susurrando un bajo ¿eh? me casi me hace perder los cabales.

—Jimin... ¿qué paso?

Y a pesar de mi enojo, intenté calmarme. Jimin no parecía estar aquí conmigo, y lo que menos quería era estresarlo y hacerlo caer en algún tipo de locura.

—Es... difícil—mordió su labio inferior. Yo sujeté una de sus manos y lo obligué a sentarse nuevamente a mi lado—. Es Yoongi.

—¿Te hizo algo?

Negó con la cabeza antes de hablar: —¿Recuerdas que nos íbamos a ver? — yo asentí con la cabeza—. Bueno... nos vimos ayer al mediodía, por eso me fui temprano. Fue una cita muy hermosa, en serio. Fuimos a una plazoleta que está cerca de su casa y tuvimos un picnic—sonrió levemente—. Y ya sabes como soy... tuve que preguntarle sobre su primo. Se sorprendió al principio, y es que claro, ¿cómo iba a conocer yo a su primo?

—¿Y? —ladeé la cabeza—. No entiendo.

—No se supone que estés entrenando con él—suspiró, bajando la vista unos segundos—. Yoongi no es muy bueno mintiendo, ¿sabes? —carcajeó bajito antes de levantar la vista hacia mí nuevamente—. J fue quien convenció a tu padre de ponerte de compañeros a su primo y al amigo que no me acuerdo el nombre-

—Seokjin.

—Sí, ese. Como sea... se ve que J se está ganando la confianza de los ministros y el presidente—se achicó de hombros—. Es decir, eso es genial. Para eso trabaja. Pero había algo...

—Sigo sin entender a dónde quieres ir.

—Déjame contarte todo, Kim—puso los ojos en blanco, lo que hizo que me sintiera un poco aliviado al ver que mi mejor amigo no había perdido la cabeza después de todo—. Después de la cita sentí curiosidad... ¿por qué tu guardaespaldas querría que entrenes con él? ¿Cómo es que se conocen? Bueno, fui al despacho de Minsoo cuando no estaba para buscar algo de información acerca de los novicios y los empleados de la O.P.E.M.

Jimin miró hacia el techo con una sonrisa irónica antes de bajar la vista hacia mí nuevamente. Yo fruncí el ceño.

—No hay registros ni de J ni de June—pasó su lengua por su labio inferior—. No hay nada de nada. Estuve toda la tarde yendo de un lado al otro para buscar algo de información, y hasta fui al centro especial que está cerca de la Casa Azul para preguntar si alguien los conocía. Y resulta que no tienen ni idea de quiénes son, nunca escucharon esos nombres y tampoco vieron a un tipo con tatuajes. Me enteré que tienen prohibido tatuarse.

El Guardaespaldas | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora