Normal.

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Han pasado dos semanas desde que volví a la Academia. No ha pasado mucho. La noticia de mi compromiso roto no tardó en extenderse, no sólo entre los alumnos, sino que también entre los nobles. Claro, apareció uno que otro rumor, pero pude lidiar con eso de forma pacífica. Son las palabras de un Ingrid contra las de otra persona; algo similar a lo que tuvo que enfrentar la Heroína.

¡Uff! Es un poco aterrador tener esta clase de poder. Un mal uso de palabras, o un ataque de ira; podría acabar con la vida social de alguien. ¡Es una gran responsabilidad!

Sí. Usé esa referencia. Una pena que nadie aquí la comprenda.

Fuera de eso. Mi vida escolar no va mal. Las clases de ambos mundos, no son muy diferentes; como las matemáticas, geografía, historia, lenguaje, etc. Aunque no sé si en el mundo de Sara habían escuelas donde se veían: etiqueta, bordado, preparación de té, magia... Esgrima no creo, pero varias enseñaban algún arte marcial. Y sí, también habían varias escuelas donde enseñaban baile y música.

Tampoco he tenido problemas con mi ex prometido. Apenas nos hemos cruzado por los pasillos, es un lugar bastante grande, y el intercambio de palabras entre los dos es nulo. No voy a mentir, la primera vez fue algo incómodo, pero luego me acostumbré; sin embargo, ese peso en mi corazón no se va. Espero que sean los estúpidos sentimientos de Romina, y no una enfermedad o algo así.

La únicas quejas que tengo, son mis seguidoras. Cuando no tienen nada que hacer, van y me siguen a todas partes; siempre es: "Señorita Ingrid esto...", "Señorita Ingrid aquello...". Entiendo que uno siempre quiere estar cerca de sus amigos, pero, ¿acaso no tienen vida? ¡Uff! Deben tener otros intereses además de seguirme, ni siquiera Gastón es así de pesado.

...

Eso no fue justo de mi parte. Gastón es mi escolta, debe protegerme, las razones de su lealtad a Romina tienen algo de justificación, no me sigue todo el tiempo en la Academia, y sólo se vuelve un pesado cuando lo provocan. Con quien debí compararlas fue con Rodrigo, ese sí es un pesado. Si no fuera porque él ya no va a la Academia, estaría pegado a mi como garrapata; lo que provocaría una competencia con Gastón para ver quién es el más garrapata; lo que haría que los seguidores de Romina aumenten, para poder hablar con chicos guapos. ¡¡No tendría ningún momento de paz!!

Uff. Tranquila. No debo invocar al diablo.

Ahora mismo me dirijo a mi clase de etiqueta. Es una bastante fácil, básicamente es para repasar todo lo que los alumnos saben desde niños, por lo tanto, no muchos se la toman en serio. En el caso de Romina, es un juego de niños, desde pequeña la prepararon para ser la esposa del cuarto príncipe, tuvo rigurosos tutores. Así que, básicamente, la razón por la que me emociona ir, es para presumir.

Curiosamente, esta emoción no viene de la villana Romina, sino de la tímida Sara. Nunca tuvo la oportunidad en su vida de resaltar como la gente a su alrededor, por más que se esforzara, sentía que no podía hacer nada bien; y aunque actuaba como si no le importara lo que pensaban los demás de ella, era todo lo contrario.

...

Mejor no pienso en éso, o me voy a deprimir.

Cuando estoy a unos metros del salón, escucho gritos a mi alrededor. No son gritos de terror, son de fanatismo. Creo que ya sé a quién van dirigidos. Volteo y confirmo mis sospechas, quien este momento camina galante en medio de los pasillos, es Santiago Valentino; tercer hijo de los Condes Valentino, uno de los más populares de la Academia, la sociedad, y cómo no, de la novela de "Brisa."

Es un chico guapo de diecisiete años, es buen estudiante, y un mujeriego. Aunque, en lugar de ser del tipo que trata como basura a las mujeres y las ve como objetos, es uno bastante agradable. Es amable, generoso, y nunca se ha escuchado que fuera grosero con alguna chica; él fue buena pareja con todas, y les daba todo lo que querían, excepto su amor. Si no mal recuerdo, en la novela decían que nunca sintió amor romántico por alguien en su vida, hasta que conoce a Brisa.

A muchos lectores les pareció cruel que el autor o autora hiciera que la Heroína lo viera sólo como amigo, sino que también pusiera que Santiago nunca se alejó de Brisa, y nunca la dejó de amar , ni siquiera después de la muerte.

¡¿Cuál era la necesidad de hacer éso?! Incluso para muchos hubiera sido preferible que le diera una pareja sacada de la manga, a que lo condenara a ver a la chica que ama feliz con otro.

Si ya sentía lástima por él, ahora, viéndolo en carne y hueso, con una cara sonriente, sin nada de que preocuparse, o sin saber ese futuro que le espera... Ahora sí estoy deprimida.

Voy a mi clase. Por el momento, no quiero pensar en la trama de la novela.

§§§

Olvidé un detalle.

Comparto clase con la Heroína de la novela.

— ¡Señorita Cánace! ¡Así no se sostienen los cubiertos!

—¡Lo siento mucho profesora!

— ¡Sin peros! ¡Hágalo bien!

El salón se llena de pequeñas risas y burlas hacia, nadie más y nadie menos que, Brisa Cánace, la Heroína.

— Sigue el ejemplo de tus compañeras, en especial de la Señorita Ingrid. — escucho como la profesora me pone de ejemplo, otra vez, mientras siento la mirada de Brisa sobre mi.

En algunas novelas de Reencarnación, la protagonista tiene que lidiar con la Heroína en más de una ocasión. Este no ha sido mi caso. Aunque compartimos algunas clases, nunca hemos hablado, tampoco nos comportamos como rivales, ni he sido acusada de haberla molestado o algo. Básicamente, la única interacción que tenemos, es cuando ella me mira cada vez que la maestra me usa como ejemplo. Por suerte, no parece ser una mirada de desprecio, creo que es de curiosidad; además, más que estar viéndome a mi, está viendo mis manos.

Por el rabillo del ojo, veo como trata de imitar la posición de manos y mis movimientos. Se ve algo rígida y poco natural. Es algo comprensible; en la novela explican que el Barón Cánace decidió que le enseñaría a su hija a pelear, en lugar de la etiqueta. El dinero era escaso, y zona por la que viven es peligrosa, cerca de donde viven criminales y bandidos. El Barón quería proteger a su gente y a su hija. No fue, hasta el día en el que la Academia ofreció becas que Brisa pudo entrar.

Ahora ella tiene que aprender todo desde cero.

— ¡Así no! ¡Hazlo de nuevo!

— ¡Sí!

Supongo que le tomará tiempo acostumbrarse a este estilo de vida. Espero que ya no le sea tan difícil, ahora que el acoso hacia ella ha disminuido.

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Continuará.

Típica Reencarnación a una VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora