La Duquesa.

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— ¡Uff! Listo. — digo al cerrar el libro. Ya terminé mis deberes. Por suerte, hoy no fueron muchos. Entonces, ¿ahora qué hago?

Podría ir a alguna cafetería, a la biblioteca, o pasear un poco... Creo que antes debería quitarme el uniforme, apenas llegué y me puse a hacer la tarea. Me acerco al closet, pensando si debería llamar a las criadas. No me gusta mucho que me vean con poca ropa, pero algunos de estos vestidos son difíciles de poner sin ayuda. Espero tener algo más sencillo, vamos a ver... ¡Oh!

Al mover algunas cosas, una espada dentro de su funda cae al piso. La tomo y examino; no es tan larga como la de Gastón u otros Caballeros, si no mal recuerdo, es la que Romina usó por años para practicar, aunque han disminuido desde que ella cumplió trece... Creo que ya sé que haré hoy.

§§§

Luciana Ingrid, la Duquesa, aguantó las ganas de bostezar. ¡Había trabajado casi todo el día! Con algo de trabajo, se levanta de su asiento y se acerca a una de las ventanas de su estudio; ya se había cansado de estar sentada. Voltea a la pared donde está su reloj, y mira la hora, ¿ya era tan tarde? Suspira. Bueno, ya había terminado todo, ¿qué podría hacer 3n su tiempo libre?

Su querido esposo tuvo que salir por negocios, y llevó a su adorable hijo con él; iban a tardar todo el día en volver. Su pequeña hija ya había regresado de la Academia desde hacía horas, por el trabajo, no pudo ir a recibirla. ¿Y si ahora la odiaba por eso? ¡No, no, no, no, no! No podía permitirlo, sus niños eran su mundo, moría si la odiaban. Pero... Romina ha estado tan distante... No se acerca para pedirle algo, o que mate a alguien. ¡Incluso parece que le cuesta llamarle: "Madre."! ¡¿Qué fue lo que hizo mal?! ¿No le dio dinero suficiente? ¿No escuchó sus pedidos correctamente? ¿No le ha comprado los suficientes vestidos? ¿Joyas? ¿Venenos? Bien, está decidido; pasará una linda tarde entre chicas con su hija. ¡De ahora en adelante la va a consentir más!

Justo cuando va a buscar al mayordomo, para que llame a Romina, sus ojos captan algo al otro lado de la ventana. ¡Oh! Las cosas se han puesto interesantes.

§§§

¡Uff! ¡Por fin llegué! Alejándose de los jardines traseros, 90 metros hacia el sur, casi entrando al bosque, está un pequeño campo de entretenimiento secreto... En realidad, no es tan secreto, pero es algo pequeño para todos los Caballeros del Ducado Ingrid, así que Romina lo utilizaba para entrenar junto con Otto, algunas veces con Gastón o con el Duque.

He decidido que de ahora en adelante, cuando tenga tiempo, voy a practicar esgrima. Como tal, no parece que algo relacionado con la historia de la novela pueda dañarme; pero la familia Ingrid, respetada o no, tiene enemigos, que pueden recurrir a todo tipo de medidas para deshacerse de las personas que más odian. Quiero estar preparada. No creo lograr mucho si practico por mi cuenta en un lugar solitario, pero ahora mismo, el Duque salió, Gastón está ocupado, y no pienso ir con los Caballeros; ¿qué pasaría si se corre la voz hasta llegar a los oídos de Rodrigo? Una de dos; se pone en plan: "No necesitas ensuciar tus manos. Yo te protegeré", y me empieza a vigilar las veinticuatro horas al día; o dice: "¡Entrenemos juntos!", sin dejarme en paz, y cada vez que tengamos un duelo, el perderá a propósito, diciendo lo buena que soy, y yo no aprenderé nada. ¡Uff! No voy a arriesgarme. Cuando el Duque vuelva, le preguntaré si me vuelve a enseñar.

Por ahora, entrenaré sola basándome en los recuerdos y la memoria muscular. Pero antes, recogeré mi cabello, salí tan rápido, preocupada por si alguien me ve, que no me tomé la molestia de hacerlo.

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Típica Reencarnación a una VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora