Los rumores no tardaron en esparcir se como pólvora. Todos habían escuchado que Sir Gastón, caballero y escolta de la hija del Duque Ingrid, había retado al cuarto príncipe a un duelo. ¡Oh! ¡Cómo varios alumnos y profesores se lamentaban no haberse preparado un picnic! Seguro se perdieron un épico momento. Según los testigos, Gastón hizo que el cuarto príncipe se comportara como un cobarde llorón, pidiendo misericordia. Para compensar la pérdida de tal escena, se asegurarían de estar presentes en el famoso duelo, a la hora de la salida; claro, eso si el bueno para nada del cuarto príncipe aparecía; y si lo hacía, iba a ser derrotado en sólo unos segundos. ¡¿Qué importa?! Ver al escolta del Ducado Ingrid en acción era un honor.
- 'Este lugar, está lleno de fanáticos y gente que me odia. Es decir, toda la academia.' - piensa para sí mismo. La verdad, no quería venir. Claro, ya estaba acostumbrado a ser humillado en público; el problema es el causante de tal humillación.
- ¡¡SIR GASTÓN, USTED PUEDE!!
- ¡¡DELE SU MERECIDO!!
- ¡¡SIR GASTÓN, ES TAN GUAPO!!
Se cubre los oídos por los fuertes gritos de las jóvenes hijas, refinadas, educadas, de los nobles. Vaya que tienen pulmones fuertes. Pero por desgracia para ellas, a quien iban destinados tales halagos, no le iban a llegar en absoluto. -Así que... Tuviste las agallas de venir después de todo. Estoy sorprendido. - dice el Albino, como si esperara que se hubiera escondido por ahí.
- '¿Se hace el sorprendido? Si usted me pidió venir, frente a toda esa gente.' - se traga esas palabras de inmediato. - Así es Sir Denes. Y estoy aquí para decirle, que me rindo.
...
Todos los presentes se le quedan mirando fijamente, como si por fin hubiera enloquecido. Claro, el público no tardó más de un minuto en empezar a gritar cosas como: "¡Cobarde!", "¡Se un hombre!", "¡Una vergüenza para la familia real!", etc. Cosas típicas cuando a una muchedumbre sedienta de sangre se le niega lo que querían. Pero la persona frente a él, seguía en silencio.
Sir Gastón Denes, además de los hijos los Duques Ingrid, era lo más cercano a lo que Otto había tenido a un amigo de la infancia; cosa que se le hace irónica, porque sabe que si odiarlo fuera un deporte, el albino quedaría en uno de los tres primeros lugares. Los sentimientos del de cabellos oscuros hacia el caballero son una mezcla de respeto, admiración y repelus; muy diferente a su ex cuñado, ese tipo le da 100% repelus. Otto fue uno de los testigos de como ese pobre niño escuálido y enfermizo por culpa de la vida que le tocó vivir, se volvió el hombre que es ahora; fuerte, alto, con una cara y cuerpo perfecto, masculino, y uno de los mejores Caballeros que ha conocido en su vida. No se consideraba a si mismo malo con la espada, pero Sir Denes lo superaba, por mucho.
-... Tú... - el más alto estuvo a punto de perder su expresión y compostura perfecta. Por suerte se contuvo. - ¿No tienes vergüenza? Después de cómo trataste a mi señorita, ¿tienes tal descaro?
- ¿Su Excelencia? - prefiere referirse a ella de esa manera. Algo le dice que si, ya sea el nombre o apellido salen de su boca, las cosas no van a terminar bien. - Mis disculpas, pero le juro que desde el rompimiento del compromiso, no he cruzado ni una sola oración con su Excelencia. Nada más que un par de saludos de pura cortesía. No entiendo como pude ofenderla, ¿o fui descortés en algún momento?
- ¡¡Fuiste más que éso!! ¡¿Cómo no puedes entender?! - Sir Denes parece frustrado. - No la detuviste. - murmura. - Cuando ella amenazó con romper el compromiso, ¡¡no hiciste nada para detenerla!! - el público aguanta el aire al escuchar a Gastón. ¡Pobre de Romina Ingrid! Mostrándose fuerte, cuando por dentro debe sufrir horrores. Sus corazones se llenan de rencor, hacia el inútil que no supo apreciar a la mujer perfecta. - ¡Lo que muchos darían por estar en tu lugar! Muchos se han esforzado por ocultar sus sentimientos por ella... Porque es inalcanzable, ¡y tú desprecias sus sentimientos de esa manera! ¡Pues aunque me odie cuando se entere! ¡No me ocultaré más!
-... - inhala fuerte, ignorando las miradas de desprecio hacia su persona, no podía reírse en ese momento. ¿Ocultarlo? ¡Por favor! ¡Ninguna persona que tenía sentimientos por ella lo ocultaba! Mucho menos Sir Denes. No es secreto para nadie en los círculos nobles, que Sir Gastón Denes está profunda y locamente enamorado de Romina Ingrid. La única persona que "no sabe" sobre eso, es la misma mujer a la que van esos sentimientos; eso último es mentira, por supuesto; Otto sabe lo perfectamente consciente que su ex prometida es de los sentimientos de su escolta hacia ella. ¡Ella misma se lo confesó! Pero, según ella, era más conveniente así. ¿De verdad creía que era bueno ocultando sus sentimientos? Bueno, todos los demás sentimientos, sí; a menos que lo conocieras bien, es difícil saber si está feliz, triste, muriéndose de fiebre o de dolor. Lo que podría ser verdad en esas últimas oraciones, es que moriría por haber estado en su lugar; la mitad de los fanáticos de la Flor de la Sociedad no aguantarían ni un día de lo que él tuvo que vivir como su prometido; pero el albino, estaba seguro que él sí sería uno de pocos que sí disfrutaría ser el objeto de obsesión de su señorita. No sabía si detrás de esa cara perfecta se oculta un sádico o un masoquista, pero se oculta algo. Por eso se le hacía un poco innecesario que ella ocultara su verdadera personalidad cuando él caballero estaba presente, pero a la vez era un alivio.
Esa es otra razón para rendirse antes de comenzar el duelo. Desde que Sir Denes se volvió oficialmente el escolta de la Señorita Ingrid, los tres estaban juntos la mayor parte del tiempo. Y en ese tiempo, su persona no paraba de recibir miradas asesinas de su parte. Nunca le importó mucho, prefería mil veces esas miradas a estar solo con ella. Pero, ahora es diferente. Desde que hicieron contacto visual con él en el almuerzo, lo supo, Sir Denes no quiere un duelo, quiere matarlo con la excusa de un duelo, y no de una manera rápida y para nada dolorosa; ese hombre no parará hasta pulverizar todos sus huesos por completo mientras aún sigue con vida. Estuvo todas esas horas pensando en qué debería hacer, llegando a la conclusión que tenía que ser un cobarde, pero sería muy descortés de su parte no hacerlo cara a cara. Por esa misma razón está aquí.
- Sir Denes, con todo respeto, ¿no cree que en realidad, Su Excelencia se dio cuenta del patético y aburrido hombre que soy, y por eso buscará a alguien más digno de ella? - ... - 'Alguien como usted, por ejemplo.'
Al parecer, está en una racha, los volvió a dejar callados; parecían estar de acuerdo con sus palabras, aunque no sabía si iban a dejar su orgullo de lado para admitirlo. Incluso, el mismísimo Denes se ve dudoso; el agarre hacia su espada parece aflojar se un poco, es como si no supiera como refutar éso. Entonces... ¿Ésa era su señal para retirarse? Por si las dudas, en lugar de darse la vuelta, sólo retrocederá un poco.
- ¿A dónde vas?
- Perdone... ¿Me puedo retirar?
- No. - escupe mientras vuelve a mostrar esa confianza y apunta su espada hacia él. - ¿De verdad crees que conoces mejor a mi Señorita? ¿Mejor que yo, su escolta? Cuando ni siquiera hiciste un esfuerzo para conocerla. ¡En guardia! - grita eso último con furia. El público lo apoya.
Está muerto. Lo sabe. Con su corazón gritando con temor, y con sus manos temblorosas, saca su espada mientras ve como el que probablemente será su asesino se acerca a toda velocidad.
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Continuará.
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Típica Reencarnación a una Villana
FantasyDespués de morir. Sara despertó como un personaje de una novela; Romina Ingrid, una malvada mujer obsesionada con su prometido: el príncipe Otto, y acoso a la joven Brisa, por lo que tuvo un trágico final. Para evitar su trágico destino, ha decidido...