Otto

274 29 0
                                    

Helge VI, Rey de Vafrokshva; había escuchado unos rumores acerca de uno de sus hijos. No eran necesariamente buenos. Por lo tanto, pidió una audiencia, pidió a toda su familia que se presentara, porque, probablemente, a ellos también les interesaría la situación.

En el salón del trono, todos sus hijos y esposas se encontraban esperando que el cuarto príncipe hiciera su aparición. Finalmente, las puertas se abren.

— ¿Quería verme, Su Majestad?

— Acércate.

El muchacho, bajo las miradas de los presentes, camina en silencio hacia su padre.

— Hay rumores sobre ti en todo el reino. Unos bastante estúpidos. Quiero que me confirmes que son mentira.

— ¿A cuáles se refiere, Su Majestad?

El Rey se aclaró la garganta antes de continuar.

— Dicen que tu compromiso con la hija del Duque Ingrid está roto. Pero eso debe ser mentira porque...

— Es correcto.

— ¿Cómo?

— Hace un poco más de dos semanas, la Señorita Ingrid vino a pedirme personalmente romper nuestro compromiso. — Dice el príncipe sin titubear. — Por si no me cree, hay testigos.

Los murmullos no se hicieron esperar. ¿Cómo era posible? Esa chica amaba al cuarto príncipe más que a nadie, no hay forma que ella haya tomado la iniciativa.

—... S-si me permite... Su Majestad... — El canciller levanta su mano, temblando, para pedir permiso para hablar. —... Yo fui testigo... Lo que dice el príncipe, es cierto... También estaban algunos sirvientes... Y el escolta de la señorita... — después de hablar, se encoje en su lugar, como si quisiera esconderse.

— ¡¿Qué?! ¡Tú!... ¡Tu nombre...! — Helge respira profundamente para organizar sus pensamientos. — ¿Te das cuenta de lo que significa? — dice un poco más calmado. — A diferencia de tus hermanos, tú no has aportado nada a nuestro reino. Eres un simple chico, sin talento o alguna buena cualidad. ¡Lo único bueno en ti, es que de algún modo, enamoraste a la hija del Duque! ¡Y ahora, perdiste tu única oportunidad de ganar la batalla contra el trono! ¡¡SIN ESE COMPROMISO, NO ERES NADA!! ¡¡¿ME OÍSTE?!! ¡¡NADA!! — finalmente, perdió su temperamento. — ¡¡DESDE HOY, TE DESPOJO DE SER CANDIDATO PARA EL TRONO!! ¡¡AHORA, LARGO!!

El Cuarto Príncipe hizo una reverencia, y salió de ahí sin mirar atrás, dejando a todos con las palabras en la boca. No suplicó, no sé defendió, no hizo nada.

§§§

Otto va caminando por los pasillos en silencio, la noticia no tardaría en expandirse; ya había uno menos en la batalla de los hijos del rey. Después de unos minutos, llega hasta sus aposentos, se encierra en su habitación. Ahí no hay nadie esperando por él, ni un alma. Está solo. Completamente solo.

...

—... Ja... — trata de contener la risa. ¿Qué importa? Nadie puede ver. Así que la dejó salir, sin preocuparse por nada. — ¡¡JAJAJAJA!! ¡¡Gracias!! ¡¡GRACIAS AL CIELO!! — Cae de rodillas. Se siente feliz, liberado. ¿De verdad estaba pasando éso? ¿No es un sueño? ¿Está en coma y todo a su alrededor es una alucinación? Por si las dudas, decide pellizcarse. ¡Le dolió! — ¡¡GRACIAS AL CIELO!! ¡¡JAJAJAJA!! — Siguió riéndose por un buen rato. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió de ese modo? Ni idea. Está Impresionado como pudo aguantar no explotar en la audiencia. La cara que hizo Helge, fue inolvidable; las caras de todos. Aunque el pobre canciller le dio pena, parecía que en cualquier momento le daría un infarto; se lo compensaría de alguna manera.

Típica Reencarnación a una VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora