El cuello de la camisa.

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— ¡Mis más sinceras disculpas, Su Alteza! – hago una reverencia casi hasta el suelo —. No tengo ni la más mínima idea de lo que mi escolta tenía en mente el otro día. Créame que no tenía ni la más mínima idea que esto pasaría – trato que en mi voz no se vea reflejada mi desesperación.

Después de enterarme de lo sucedido, salí casi corriendo de la cafetería e interrogue a Gastón. Por alguna extraña razón malinterpretó el que tuviera que quedarme en cama por un par de días, aunque no entiendo por qué nadie le dijo el verdadero motivo. Después de enterarme que pasé de ser vista como la orgullosa hija de los Ingrid, a una mártir con el corazón roto, no pude evitar molestarme. Sean pareja o no, Otto tiene una buena relación con la señorita Canace, quien es la protagonista y la que, junto al príncipe Vladik y los demás intereses amorosos, orilla a Romina a cometer suicidio. Aún nada ha pasado, además de algunas semanas de acoso, pero espero que eso haya quedado en el olvido. No tengo ganas de encender el fuego que me ha costado apagar... En realidad fue fácil. ¡Da igual!

Incluso si necesito disculparme junto a Gastón, públicamente, en uno de los pasillos más transitados de la Academia, lo haré. Mejor dicho, lo estoy haciendo.

—... Excelencia...

— De verdad lo siento mucho.

Apenas visualicé al cuarto principe, fui corriendo a su dirección con Gastón siguiéndome. He estado con la cabeza agachada por un buen rato, tampoco le he permitido hablar, quiero que más gente vea este acto para que la voz se corra más rápido.

— Su excelente, por favor. No hay necesidad de hacer esto – cuando hago contacto visual con él, puedo notar que se siente incómodo por la situación y toda la gente mirando, a pesar de mostrar una expresión tranquila, al tener los recuerdos de Romina puedo leerlo con facilidad en este momento —. No culpo a Sir Denes. Yo también soy responsable de lo sucedido, después de todo, acepté el duelo.

— ¿Aceptar el duelo? – por primera vez en el día, Gastón decidió abrir la boca — .¡¡No me hagas reír!! ¡¡Querías retirarte como el cobarde que eres!! ¡¡Príncipe de pacotilla!! – muchos de los presentes levantaron la voz, apoyando sus palabras.

Dios, o dioses, o cualquier deidad que esté arriba; por favor, dame fuerzas para lidiar con mi escolta.

— No estoy molesto su Excelencia. Sé muy bien que usted no le pediría algo así a su caballero – dijo Otto, haciendo oídos sordos a lo dicho por Gastón —. Tampoco sea dura con él, seguro sólo pensaba en su seguridad. Dejemos todo el asunto de lado, por favor. Además, nadie salió herido.

Levanto mi mirada con algo de timidez, esta vez me siento completamente como Sara, quien se agacha y se disculpa como veinte veces. Entonces noto algo curioso, el cuello de la camisa del príncipe está completamente abotonado.

No soy una experta en la moda del mundo de Sara, pero ella tuvo una amiga que sí lo era, por lo que estoy segura que si ella hubiera estado en mi misma situación, le daría un derrame por el desastre de la ropa de este mundo, es confuso saber en qué época estamos; creo que la única cosa que la calmaría es que los corsets no son esa herramienta de tortura que tanto mostraban en las películas o libros; algo difícil agacharse, sí, o no dan muchas ganas de comer, pero debo admitir que me hacen lucir espectacular.

¿Por qué hablé de esto? Ah, sí. Bueno, me he encontrado a varios hombres que tienen diferentes... ¿Cosas de cuello? Cosas cubriendo sus cuellos... Bueno, ya saben, desde pañuelos hasta esas cosas ridículas y circulares (en mí opinión), los cuales estoy segura que salieron en épocas diferentes. Según los recuerdos de Romina y en algunas menciones del libro, Otto odiaba usar esas cosas o abotonarse su camisa hasta arriba; al parecer se le dificultaba respirar o algo así, por lo que siempre traía el cuello descubierto, dándole una apariencia poco elegante para un príncipe. ¿Será porque Romina le puso una correa de perro en más de una ocasión cuando eran niños? No, creo que ya tenía algo contra eso mucho antes de ese suceso.

Típica Reencarnación a una VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora