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Arizona Slowt

La toalla empapada que cubría mi rostro no me dejaba respirar, sentía como mis pulmones quemaban por dentro, el miedo me consumió por completo y mis gritos eras desgarradores, eran ahogados por el balde con agua que soltaba en mi cara. Mis ojos arden, mi cuerpo se debilita y lloro de la desesperación.

–Lucha, maldita, ¡lucha! –Ordena mi secuestrador, yo solo pataleo mientras esté mismo desgarra mi camisa. –Mira que tenemos aquí...

La vergüenza a desaparecido, el asco también. Me ha humillado y mostrado de formas en las que nunca imaginé estar.

–¡No, por favor! –Siento su toque al rededor de mi seno derecho. –¡Basta!

–Eres muy ruidosa.

Suelta mi seno y escucho como vuelve a llenar el balde con agua fría.

–¡No, no-o...! –Él vuelve a derramar toda el agua en la toalla que cubre mi rostro, impidiéndome gritar, ahogándome con el agua.

Toso y muevo la cabeza para quitar la toalla que milagrosamente cae por lo pesada que se ha vuelto, las ganas de vomitar se apoderan de mí a lo que volteo la cabeza y devuelvo toda el agua que trague. Mierda. Mi corazón late con rapidez, lágrimas caen y los sollozos inundan la habitación mientras él toma mis dos demos en ambas manos.

–Son disparejos... pero son muy lindos. ¿Cómo se llama lo qué está alrededor del pezón? –Pregunta, me quedo callada. –¿Cuál es el maldito nombre del color café claro? –Aprieta mi pezón haciéndome gritar.

–¡No lo sé, lo juro! –Me retuerzo del dolor. –¡Aureola, no lo sé! –Deja de presionar.

Suspira.

–Si, creo que es algo así. –Sollozó, mi cuerpo es pesado, tengo tanto miedo, ¿cómo saldré de aquí?

¿Yo podré salir de aquí?

–Por favor...

–En serio, tienes unos pechos muy lindos. –Sollozó. –¿Alguien más te lo ha dicho?

No sé a quien mas pedirle por ayuda, no sé cómo irme de aquí, se que debo cooperar para que las cosas no sean peores pero tengo asco, tengo miedo, tengo muchas cosas y siento que me estoy muriendo. El frío es insoportable y yo estoy toda mojada, voy a enfermar y con suerte moriré. Con suerte podré escapar...

–Deje de verme, por favor. –Suplicó.

Él ríe.

–¿Cómo crees qué haré eso? –Suelta mis senos con brusquedad y se levanta, aun no puedo ver su rostro, es la segunda vez que me tortura y aún no puedo ver si asqueroso rostro. –Eres tan rica, bueno, te ves rica porque aun no te pruebo.

Quiero vomitar.

–Déjeme ir, juro no decirle a nadie. Inventaré algo. –Niega, dando una vuelta para ver por el pequeño orificio por donde entra la poca luz.

–Te he deseado durante mucho tiempo, esto apenas comienza y ni te hagas ideas de que te dejaré ir. Ya verás que serás muy feliz conmigo, solamente tienes que adaptarte a tu nueva vida.

–¡Me torturas! –Lloro.

–Te acostumbrarás. –Se acerca, cierro los ojos. –Le daremos noticias tuyas a tu familia, destápate bien los senos, no sé si quieres sonreír para la foto o dejar los ojos cerrados, como quieras.

–¡No, no me tomes fotos así! –¿Cómo puedo evitar esto? No sé cómo llevar tanto dolor. No quiero vivir.

La sombra del flash pasa por mi párpado y se que he salido gritando, se que cuando mi mamá y mi tío la vean, se sentirán de lo peor y eso es muy poco.

–Estás perfecta, tus senos se ven maravillosos. La voy a imprimir para mí también. Es el recordatorio de cada momento juntos.

Ya no digo nada, solo asiento y hago un sonido con la garganta. Mi cuerpo está débil y mi mente también.

Quita las cadenas alrededor de mi cuerpo y empieza a secarme, quita el resto de mi ropa para ponerme ropa limpia, me viste como su muñequita. La camisa que le pone es caliente, seguramente sabe que puedo enfermarme, me lleva cargada al lugar que tengo como "cama" y me deja ahí, trae agua y pastillas para mí, me peina el cabello y me hace una media cola. Lo hace con tranquilidad y en todas las veces que me toca, quiero morir, quiero dormir. No sé cuánto tiempo ha pasado pero no puedo soportar más, no quiero. No es la vida que yo llevo, ¿qué hice mal?
Yo estudio, ayudo en casa, soy buena hija, buena sobrina y buena amiga, no tengo un mal corazón, doy lo mejor de mí a las personas aunque no sea recíproco... ¿por qué yo? No le deseo esto a nadie, pero, ¿por qué me tocó a mí?

Es como la ruleta rusa, es un tiro a la suerte y yo fui la de la mala suerte.

No hay pregunta en mi cabeza que tenga respuesta justo ahora:
¿Mi mamá está bien?
¿Mi tío está tranquilo?
¿Quién es este hombre?
¿Me están buscando?
¿Cómo me voy de este lugar?

La foto... mi cuerpo expuesto, oh Dios mío ¿qué plan tienes para mí? Universo, mueve el tiempo a mi favor.

"–Arizona, tú no saldrás de aquí."

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