VI: Daniel LaRusso en acción

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Paul

Después de que Antoine interrumpiera ese momento de tranquilidad, me fui a la barra con un fin. Más alcohol. Por alguna razón no me podía quitar de la cabeza lo que acababa de pasar. Le había hablado de Élise a Camille... 

Sonaba una canción de los 2000 bastante buena. Aunque no sabía el nombre. Lástima.

Mientras estaba ahí, vi como Camille avanzaba, enfadada, chocando con todos. Iba pidiendo disculpas al principio. Todo iba bien hasta que vi como un chico sin querer le tiraba la bebida encima de su precioso vestido. La mancha se fue extendiendo hacia abajo. Se empezó a transparentar un poco. Todos miraban a lo mismo.

Incluso me sentí mal por ella, o el alcohol me estaba haciendo alucinar. No debería haber bebido, ahora era imposible controlar mis impulsos. Noté que mis pies se movían hacia su dirección. 

Saqué mi móvil y abrí la aplicación de la voz de robot para ser Bruno. La única forma de que ella fuera más cordial y poder ayudarla. Aunque fuera un poco de ayuda para que no la miraran como si fuera una pieza de carne.

Vi que con un papel —que no sabía de dónde había sacado— intentaba secarse. Lo único que hacía realmente era esparcirlo más junto con una mancha azul que se iba extendiendo.

Le agarré el papel de la mano para ver qué era esa tinta que solo empeoraba la mancha. Abrí el papelito. Lo habían doblado varias veces y estaba lleno de tinta, con palabras escritas. Camille no había ni notado que estaba ahí.

Me giré hacia el chico furioso, él se lo había dado. Estaba seguro. Avancé un poco hacia él, que se había apartado cuando vio mi cara furiosa. Le agarré la camiseta de un puño para acercarlo. Teníamos las caras separadas por apenas cinco centímetros.

—¿Quién ha escrito esa mierda en el papel?

Sonrió. Me estaba provocando. Lo peor es que lo conseguía. 

Estando enfadado solo podía ser impulsivo. Le di un empujón que lo apartó varios metros, que lo hizo chocar con Jean. Le manchó su camisa favorita del alcohol que llevaba en la mano. Parecía que la cosa hoy iba de manchar a la gente. Pero él sí iba a acabar el trabajo que yo me había prometido no llevar a cabo. Me volví a girar hacia ella, que seguía intentando tapar la mancha mientras frotaba.

Tiré el papel a la basura. Me quité la chaqueta que recién estrenaba, regalo de mi tía —la cual me iba a matar por lo que iba a hacer— para dársela.

Ella dudó entre sí debía cogerla. Yo la tendí de nuevo y la agarró desconfiada. Le quedaba extremadamente grande, pero el color azul hacía que el de sus ojos destacaran. O que toda ella destacara. 

—Gracias.

—De nada — respondió mi móvil unos instantes después

Su expresión cambió en el mismo instante. Primero abrió su boca en forma de O. Después sonreía. Lo hice yo también. Pero en cuanto lo noté, puse una mueca. El alcohol me estaba afectando demasiado.

A mí, Camille me importaba una mierda.

Ajá.

¡Qué sí!

Mhm.

Bueno, solo un poco puede...

¿Un poco?

Déjame en paz.

Me di cuenta de que había estado ensimismado mientras Camille me había hablado. Escapé de forma rápida. No podía estar con ella mucho tiempo o alguien iba a atar algún que otro cabo.

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