XXI: Eres el único chico que necesito

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Camille

El domingo en la playa había sido... Simplemente, wow. Fue fantástico.

Paul se abrió a mí. Había abierto su corazón y se había mostrado vulnerable. La confianza que me demostró y lo bien que lo pasamos, ni siquiera sabía cómo describirlo...

Ahora sí que estaba segura. Éramos amigos. O mejores amigos, eso ya no lo tenía tan claro. Lo que me preocupaba era mi corazón, ya que él no opinaba lo mismo sobre nuestra relación actual. Me temía salir herida por confiar mi corazón al primer postor. Además, que hacía unas semanas, él se había reído de mí. Cómo habían cambiado las cosas...

Sonó el despertador y lo primero en lo que pensé fue en Paul. En él y el domingo. Me levanté sonriendo, como de costumbre, pero mis razones para hacerlo habían cambiado. 

Fui hacia la cocina para ponerle comida a Spooky y revisar a Crush. Se suponía que se estaba preparando para la hibernación así que le daba un poco más de comer que de normal.

Volví a mi habitación de nuevo para vestirme y prepararme. Como siempre, busqué ropa con el mismo tacto esperando que fuera un conjunto. Me até el pelo para que no me molestara. Colgué mi bolsa del hombro y revisé que tuviera todo.

Este viernes se entregaba el proyecto. Decir que estaba nerviosa, era poco. Mi miedo de hablar en público tendría que ser bueno conmigo. Me iba a memorizar cada palabra y sonido si no quería acabar en el baño llorando.

Fui por el pasillo. En el cuarto de Jade se escuchaban ruidos, como siempre. Aunque el olor de la leche no era notable aún, en dos días lo sería. Antes de salir revisé mi tulipán. Estaba completamente seco, habían pasado 7 días justos. Hoy era el día.

Por fin salí de casa. El móvil no paraba de repetirme la hora.

—Cállate, pesado. Sé qué hora es —le dije mientras intentaba que parara.

Llegué al cruce y me quedé parada. Bruno venía siempre a esta hora. Mis predicciones fueron acertadas cuando escuché pasos y la persona se paró a mi lado. La voz robótica me habló.

—Hola.

—Hola, Bruno. ¿Qué tal el finde?

Estaba muy alegre. El mío había sido genial.

—Muy bien. Te noto contenta.

—Lo estoy. He pasado un finde de ensueño. No te imaginas lo feliz que soy ahora mismo. Todo empieza a ir bien; tengo amigas, Paul y yo somos amigos, te tengo a ti también... 

—Cómo me alegro Cami. Mereces ser feliz, bonita.

Sonreí, si es que había dejado de hacerlo, y seguimos hablando de nuestras cosas. Me contó cómo le iban sus clases y sus compañeros. Incluso me reveló que le gustaba una chica, pero se negó a darme más información. Eso sólo aumentó mi curiosidad.

Llegamos a la universidad y me despedí de él para entrar a clase. Fui por los pasillos, que aún no estaban abarrotados de gente. Al llegar me senté con una chica que era bastante maja. La conocí el otro día mientras iba por el pasillo. Lucas ahora también se sentaba cerca. Seguía siendo amiga de él. No me parecía mala persona y, por lo que tenía entendido, ya no estaba con Antoine.

Lucas me contaba sobre una pelea que tuvo con un chico mientras estaban borrachos. Estaba muy poco interesada en eso, solo quería que Paul llegara, por muy estúpida que pareciera. Como si lo hubiera invocado, Lucas se levantó dejándolo claro arrastrando la silla. Paul se sentó a mi lado despreocupado.

—Hola, Cams.

Saludé con la mano. No podía seguir así de nerviosa o me iba a pillar. A mí y a esos sentimientos molestos que aparecían cuando él estaba cerca. Quería matar a las mariposas que me hacían parecer una completa idiota torpe delante de él.

NeblinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora