XXXI: Neblina

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Camille

—Se organizará una cena de gala el día 10 de noviembre aunque la temática es ese... Helloweek. Los rectores han pensado que es una buena forma de innovar. En fin, la gente votará por la reina y el rey de la cena. Bailarán juntos... Bueno, ya saben cómo va esto —el profesor acabó de explicar

Sonreí pensando en la posibilidad de que Paul me pidiera ir. Ojalá pudiera ver la cara de Lauren si fuéramos juntitos. Sería genial.

Sonó el timbre anunciando el final del día. Mientras salíamos por la puerta, el profesor nos intentaba decir qué deberes había. No oí nada y seguí caminando. Al final, se rindió. Y murmuró un "nos vemos mañana".

Técnica eficaz para huir de problemas. 100 % recomendada.

—¿Vienes a mi casa? —Paul se abrazó a mi cintura.

—Claro.

Con eso se quedó satisfecho y me soltó. Por poco tiempo, porque me agarró de la mano para caminar juntos. Le dio un beso suave antes de continuar con nuestro camino habitual.

Llegamos al portal de su casa. Mientras abría revisé mis mensajes. Sahar me enviaba muchísimos. Quería saber todos los detalles de cómo se declaró y que yo vine antes para decirle que sentía lo mismo. También tenía mensajes de mi hermana y mis padres pidiendo dónde me había metido. Esos no iba a responderlos.

Antes de entrar con Paul, una mano me paró. Alguien me tenía cogida por el brazo. El olor a alcohol afloró en el ambiente. Qué desagradable.

—¡Camille! ¡Cuánto tiempo! ¿Aún sigues con ese perdedor?

Alcé una mano hacia Paul y lo noté apenas a dos centímetros de nosotros. Se había acercado nada más Rémy pusiera la mano en mi brazo. Apoyé la mía en su corazón para tranquilizarlo.

—Sí. Y no creo que le haga mucha gracia que estés aquí.

—Ya. Se le nota. No para de mirarme con cara de amargado.

Lo suponía. Paul no iba a admitir estar celoso ni aunque le pagaran. Sabía que no se atrevía a intervenir porque ya habíamos hablado de que mis problemas los iba a solucionar yo sola. Y sino, siempre podía pedirle ayuda. Solo por eso seguía un paso detrás de mí.

—Mira, Rémy. No me gustas, tengo novio.

Con cuidado me solté y fui al lado de Paul. Pasé una mano por su espalda. Él me rodeó con su brazo al instante. Había aprendido que eso lo tranquilizaba mucho.

—Pero...

Nos fuimos a dentro sin siquiera despedirnos.

El señorito estoy-celoso-pero-no-te-lo-voy-a-decir se encerró en el baño. No supe si debía seguirlo o quedarme en el comedor. Lo descubrí cuando oí como el agua empezaba a salir y la música inundó el piso.

—Cariño, los vecinos se van a quejar por el ruido —grité hacia el pasillo

Como respuesta subió más el volumen.

No tendría que estar celoso. Él mismo lo dijo, no puede compararse a Rémy. A mi no me importaba que Rémy se declarase ochenta veces más, me importaba él. Ojalá también pudiera ver eso.

Mientras se duchaba empecé a preparar la comida.

Herví un poco de pasta para hacer alguna cosa sencilla. Los espaguetis no tardaron demasiado en ablandarse. Eran de esos rápidos de 3 minutos. Empecé a preparar la salsa carbonara. Un poco de nata, pimienta...

Busqué por todos los armarios hasta encontrar todo lo que necesitaba. Tosí al oler la pimienta. Lo mezclé con cuidado de no tirar mucha. La última vez... Digamos que era imposible de comer.

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