Prólogo

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Hay momentos de la vida que te marcan para siempre. Un dolor, una sorpresa, una gran alegría, o por el contrario una pérdida. No sé decir exactamente en qué momento nació Danna, pero ella empezó a ser "otra yo", donde yo plasmaba mis dolores propios en los de ella. Como si Danna fuese una hermana o amiga entrañable, a ella le confié la historia de mi vida. Gran parte de ella se desarrolla en estas páginas, muchas de las situaciones que se narran fueron reales, la parte dura que me tocó vivir desarrollando un sueño que muchos calificaron de niñería, de etapa, de payasada. Lo cierto es que no lo es.

Y mientras perseguía este sueño, conocí al chico que hizo nacer a Francisco. Un chico duro como piedra, pero con un corazón como la miel. El único en ese caminar, del mismo territorio que el mío, que no me dirigió ninguna hiel, ninguna espina. El único que no me pegó ni en mi cuerpo ni en mi alma. Y me enamoré, tal y como Ricardo y Paulina, sabiendo que era un imposible. Francisco me enseñó a ver que aún existen caballeros en el mundo, que a un chico le pueden gustar las flores, los perritos y las canciones de José Luis Perales, y encima, enseñarle al mundo entero que se puede ser tierno y noble.

Francisco y Danna son el símbolo de una promesa que hice ante Dios. Son el efecto de lágrimas, de traumas que yo sola fui sacando adelante (me dan horror los psicólogos), de idas y venidas al trabajo, donde escribía parajes en las notas del móvil. Son un amorío que soñé tantas noches contra la almohada. Son también el resultado de una frase que me dijo "Francisco" cuando esta historia apenas tomaba forma. Me impulsó a soñar, y Danna también soñó con él.

Esta novela también me ha sumido en la más profunda tristeza, inclusive tuve algún cuadro de depresión relacionado a ésto. Sacar al papel, a través de Danna, cosas que me habían dicho amigos, conocidos y hasta mis padres por soñar despierta, algo que desde niña se me ha dado muy bien, ha sido complicado. No puedo compararlo a nada lógico. Ver como Francisco era humillado, yo lo vivia con él, y también lloraba, porque también algunas cosas de él realmente sucedieron.

Todo esto ha sido un delirio mío. Un delirio que ha ido sanando dentro de mí con lentitud, pero que algún día, en este mundo o en el otro, ese delirio sea la promesa de una felicidad.

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Dedicado a Fran, a Hugo y a Jeffry, mis tres rayitos de luz.

Y a Potoy, donde quiera que se encuentre. Gracias por permitirme ser tu delirio, y por ser el mejor guardia del mundo.

DELIRIUM ✨ (Todos Merecemos Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora