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Las lluvias de octubre se vuelven parte de las rutinas, incluida en la de Mili. Ahora que ya ha vuelto a la clínica, sale más temprano pero no lo suficiente como para evitar las lluvias. En la entrada del apartamento se quita la gabardina empapada y pone el paraguas a secar. Se asoma al cuarto de su hermano, está de espaldas a ella, jugando algún videojuego con tal concentración que ni siquiera la nota. A su lado permanecen unos cuadernos y libros, señal evidente que ha estado estudiando. "Al menos ha limpiado y sacado la basura" piensa, agradeciéndole en silencio. Teniendo en cuenta que Francisco está haciendo el trabajo de grado y llevando bloque parcial, aparte de sus responsabilidades para con Goretti, el Santuario y Catedral, que se dedique al apartamento es lo mínimo que puede pedirle.

En su habitación, se calza unas cómodas zapatillas y se recoge el pelo en un chongo desaliñado. Busca un jersey suave y se lo pone sobre la blusa del uniforme. Comienza a hacer la cena, disfrutando ese momento de soledad donde nadie la presiona. El aroma de la comida se extiende por el apartamento, y a Mili le recuerda cuando era niña e iban a cenar dónde sus abuelos paternos. Suspira, nostálgica.

Unos golpes en la puerta la sobresaltan. Danna no es, ella siempre avisa a Francisco y no toca tan feo. Baja el fuego, se asoma a la mirilla y distingue a una mujer aparentemente mayor que ella. Abre la puerta apenas unos centímetros.
-¿Sí?
La mujer la mira, sorprendida, chorreando agua y su cabello cae sin gracia a ambos lados de su rostro. No sabe quién es, nunca la ha visto. Lleva un gafete de una institución pública pero no logra saber de cuál. Le recuerda por un momento a las trabajadoras sociales que cada cierto tiempo llegaban a su hogar enviadas por el internado a verificar el ambiente de su hogar.
-Oh, lo siento. Pensé que... Que aquí vivía el chico de...
-¿María?- una tercera voz, masculina, resuena en la quietud del pasillo, incluso sobre la lluvia. Mili abre más la puerta, y descubre al Corista en medio pasillo, con su eterno abrigo gris y un largo paraguas cerrado que deja gotitas tras de sí. -Dios mío, tanto tiempo...
Mili mira a uno y a otro, denotando así su confusión.

El Corista se acerca a la mujer, contemplándola como si fuera una aparición.
-Eres una fiel copia de... De tu madre.- murmura.- ¿No me reconoces?
La mujer lo ignora, volviéndose ansiosa hacia Mili.
-¿Aquí vive el chico de la Catedral? El organista, digo.
Mili entorna los ojos, desconfiada.
-Mmmm sí, ¿Qué se le ofrece?
-¿Se encuentra?
Sin volverse, aguza el oído. Aparentemente Francisco ni siquiera ha escuchado los golpes de la puerta.
-No, señora.
La decepción en el rostro de la mujer es evidente.
-Necesito saber si... Si ya hizo lo que le pedí. Hace unos días le entregué un objeto que tenía que dárselo a su titular.- el Corista da un respingo- Sin embargo, el tiempo apremia y no sé cuánto más podré contener la situación.
-Sí se lo dió.- Gregorio trata de mantener una voz neutra, disimulando el temor que lo invade.
-¿Y usted quién es?- la mujer se vuelve, altanera.
Mili ha visto al Corista en contadas ocasiones. Cada que lo ve está más pálido y demacrado, y en ese momento, le parece increíble que ese hombre cadavérico sea el mismo que ha golpeado a su hermano hasta dejarlo inconsciente. Él la mira a los ojos y no le hacen falta palabras.
-Pensé que me reconocerlas de inmediato, María del Milagro Rójez Varges.- murmura con voz queda, pero Melissa nota que realmente se está conteniendo para no gritar- Sé que la vida no ha tenido piedad conmigo, pero no esperaba que me olvidaras tan fácilmente. Soy aquél a quien todos temen... Algún día me respetarán...

El rostro de María poco a poco toma un matiz cobrizo al reconocer el canturreo.
-Vos... No puede ser.
-Sí María, yo. Si creías que estaba muerto, lamento mucho defraudarte. Ya no es un loquito al que ves diario... Ahora somos dos.
-Óscar no está loco.
-¿Después de tantos años, aún lo seguís justificando? María, ese hombre no está bien de la cabeza. Sé que a todos nos afectó la muerte de Mamita y tuvimos que afrontarla a como diera lugar, pero Óscar ha sido algo increíble, entre ésto, el seminario...
-Te prohíbo vuelvas a hablar así de mi hermano...
-¿Y el desmadre de flores de lis que dibuja por todas partes? Después de que mi maestro enfermara fui a buscar explicaciones a Arcángel y absolutamente todo el coro está lleno de esos garabatos. Y ¡Qué sorpresa! Si solo él toca ahí...
-¡Es su forma de desahogarse!
-De evadir la realidad. Ni siquiera yo he enloquecido a ese punto, María. Oigo voces y tengo alucinaciones pero ya andar en esas...
-Mi hermano no está loco- gruñe María.
-No es tu hermano, ya sé la verdad. Francisco hizo lo que le pediste. Y ahora ese oso está donde corresponde; sin embargo, la persona que necesitamos que lo vea no está en condiciones de hacerlo. No sé qué te dió por dárselo a Francisco, pero el niño no debía saber ésto y ahora el que puede salir en problemas es él por tu estupidez.

DELIRIUM ✨ (Todos Merecemos Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora