—No lo he perdido, te lo juro. —Jisung habló con fingida seguridad hacia el otro lado de la línea.
—Voy a matarte Jisung, esos pendientes son carísimos, un regalo de Seungmin y te dije claramente que no los tomaras de mi habitación.
—Ya te dije que los tengo Jeongin, no seas así de dramático. —Escuchó un último suspiro a través del celular.
—Llegaré mañana en la noche al departamento, espero sea verdad.
Jisung se apresuró en confirmarle nuevamente que sí lo era, que todo estaría exactamente como lo había dejado antes de irse. Lo cual, para su mala suerte, era mentira. Una vez la llamada fue finalizada se permitió entrar en pánico dentro del centro comercial. Estaba acabado y era su maldita culpa.
Jeongin era su compañero de piso, uno de sus amigos más cercanos y la persona a la que más le quitaba cosas en secreto, como los pendientes que hace un momento mencionaba. Hace dos días cuándo Jisung había salido a un club durante la noche, le había pedido a Jeongin que le prestara sus pendientes dorados, a lo que el menor por obvias razones se negó, excusándose con que el peliazul era demasiado descuidado y no confiaba en su capacidad de cuidar los accesorios que con tanto amor le había regalado su novio.
Jisung se sintió ofendido y le insistió por varios minutos más hasta que al final obtuvo una forzada confirmación. Sin embargo, ¿Cuál era el problema ahora? Pues ese, que había perdido los malditos aretes ese mismo día.
—Que idiota.
Un golpe en su hombre lo asustó, tratándose de una señora que caminaba a paso apurado. Fue entonces cuando notó que se había quedado estático en un lado de las tantas tiendas del centro comercial y estaba estorbando el camino a las personas desde hace un par de minutos. Ahí fue consciente de que si quería encontrar un par exacto de aretes debía apresurarse ahora o de otro modo le tomaría todo el día.
Se puso en marcha de ir a cada tienda de joyerías del centro comercial a preguntar por los benditos pendientes largos dorados, no teniendo éxito en la mayoría de ellas. A ese punto estaba seguro que comenzaría a desesperarse y suplicar por su vida.
Jisung no le tenía miedo a nada, o bueno, casi. Él estaba seguro de que ningún ser humano en el planeta quisiera ver a Yang Jeongin enojado.
¿Ahora que debía hacer? ¿Cuál sería la solución? Se preguntó internamente, disperso en sus propios pensamientos.
—Oiga, disculpe...
Una voz aguda se dirigió a él, sorprendiéndose cuándo tuvo que bajar considerablemente la mirada hacia una pequeña niña que lo miraba con ojitos tristes.
—Tengo una pregunta, señor.
¿No estaba siendo muy formal para ser solo una niña?
—Dime ¿Qué sucede? —Notó a la pequeña ver hacia sus alrededores con una mirada confundida.
—Creo que me perdí. —Le comentó con un poco de temor al no reconocer del todo el lugar en el que se encontraba—. Mi papi me dijo que en estos casos me quedara en el puesto de fotos, pero no sé dónde está desde aquí.
Jisung entonces le mostró una mirada apenada, sintiendo compasión por ella y sus sentimientos. Él no se consideraba bueno tratando con niños, jamás lo había sido y hasta cierto punto las interacciones con ellos se le hacía incomodo, aunque sabía que no era culpa de los infantes sino de él. Aun así, Jisung no era una mala persona como para ignorar su petición de ayuda.
—Claro, entiendo, mira. —Se arrodilló a su lado para señalar hasta un puesto en medio del pasillo que se encontraba a cuatro tiendas probablemente—. Ahí en esa mesa azul es dónde debes esperar a tu papi, al lado de ese cono gigante de helado.
ESTÁS LEYENDO
Ese no era el plan | Minsung
FanfictionJisung ama la persona que es hoy en día y al mismo tiempo ama la idea de la persona en la que desea convertirse en un futuro próximo. Es por eso que a sus veinticuatro años seguía casi al pie de la letra un estructurado plan que había creado durante...