Capítulo 1

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Jisung tenía la teoría de que existían personas que nacían con un algo especial. No podrías describir que sería, solo sabías que lo poseían. Él no hablaba de ser la persona más atractiva visualmente o adquirir las mejores capacidades matemáticas o lingüísticas, esa solo era habilidades extras que podían favorecerte a lo largo de tu vida. Había algo muy importante que si no poseías entonces de nada te serviría tener lo demás, por eso, desde muy pequeño Jisung supo cuál sería su clave del éxito. La confianza.

Quizá se debía a que su madre le decía desde pequeño las cualidades que poseía hasta que en algún punto se volvió un hábito repetírselo a sí mismo, o tal vez se debía a que su padre le inculcó desde siempre la idea de que para conseguir el éxito debías aprovechar cada oportunidad que se presente. Sea cual sea el motivo, Han Jisung creció adquiriendo una desbordable confianza. Él sintió ese algo que lo hacía destacar del resto.

Era por eso que, a sus veinticuatro años, Jisung estaba tan acostumbrado a las miradas sobre él. No importaba el lugar que entrara, siempre captaría la atención de las personas, ellos siempre estarían pensando en él de algún modo.

Desde aquella alta plataforma podía escuchar la música a alto volumen resonar en todo el lugar, tan fuerte que parecía dejarlo sordo. Podía ver a la multitud de gente moviéndose de un lado a otro, probablemente demasiado ebrios como para ser conscientes de sus acciones, y además percibía el intenso olor del cigarrillo y el alcohol combinados que inundaron rápidamente sus fosas nasales.

Amaba la sensación que se generaba en su interior cuando se encontraba al centro de la pista, bailando al ritmo de la música mientras sentía gradualmente los efectos del alcohol hacer efecto en su sistema. La seguridad que había en sus movimientos y las miradas fugaces que les dedicaba a los hombres que lo admiraban desde la distancia lo hacían sentir como si fuera la atracción principal de ese lugar. Como si todos hubiesen ido ahí específicamente a ver a Han Jisung.

Nuestro protagonista había tenido la suerte de nacer con una belleza destacable a pesar de no encajar con la mayoría de los estándares de la sociedad en su país. Las finas facciones y su piel tersa de color canela lo hacían atractivo para cualquiera que le echara un ojo y dio gracias a que creció siendo tan consciente de eso como para aprender a lo largo de los años a usarlo a su favor. Siendo útil en ocasiones como esta, que había puesto la vista en un hombre en específico, un hombre tan irresistible del que no había podido despegar su vista desde que lo notó al fondo del salón.

Parecía apenas más alto que él, su cabello de hebras oscuras peinado hacia un lado dejando su frente descubierta, también vestía una camisa blanca con los primeros dos botones del pecho desabrochados y las mangas estaban subidas lo que daba la vista libre a sus brazos.

Bendita tortura.

La mirada de aquel hombre estaba sobre Jisung de una manera tan intensa como si quisiera tomarlo en ese mismo instante frente a todos. Para lo cual, el chico no presentaba ninguna queja, no iba a esforzarse en ocultar que había clavado su vista en el desconocido desde que ingresó al lugar y puede sonar narcisista o arrogante, pero Jisung siempre obtenía lo que quería.

Ambos mantenían una batalla de miradas, una pelea de dominación por ver quién sería el primero en desviar sus ojos del contrario. Jisung continuó bailando y saltando al ritmo de la música que salía de los parlantes mientras sus propias manos delineaban las curvas de su cuerpo con delicadeza. El sujeto solo le sonreía a la distancia con gracia, casi como si pudiera leer sus intenciones para nada inocentes. Fue por eso que no le sorprendió cuando, después de tomar por completo el contenido de su vaso, se acercó hacia él a paso decidido. Jisung solo cerró sus ojos para poder concentrarse únicamente en el tacto de los fuertes brazos que ahora rodeaban con posesividad su cintura.

Ese no era el plan | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora