Capítulo 10

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Frustrado era poco para describir como se sentía en ese instante caminando bajo los fuertes rayos del sol, cargando su mochila por el hombro y teniendo que apresurar su paso cada vez que a la chica frente a él le apetecía acelerar la velocidad en la que se dirigía hacia su casa.

—¡Minju, hablo en serio! ¡Respóndeme!

Tres, cuatro, cinco gritos más llamando su nombre a lo que la menor hacia caso omiso, tal vez superada por el enojo, el miedo, sentimientos a los que Minho era ignorante pues ella se había negado a hablar con él desde hace una semana aproximadamente.

—¡Minju! ¿Puedes, aunque sea, responder que fue lo que hice para que estés así conmigo?

De pronto el caminar de su mejor amiga se detuvo para girar a verlo con brusquedad y recién cayó en cuenta del aspecto cansado que poseía la joven. Sus ojos rojos debido al llanto, enormes ojeras bajo de estos y el color de su piel más pálido de lo habitual.

—Quiero estar sola Minho, necesito estar sola, lejos de ti, lejos de mis padres, lejos de todo el mundo. —Respondió con la voz entrecortada sin atreverse a mirarlo de frente, una mano fue llevada hacia su pecho que dolía por todas las emociones acumuladas—. ¿Por qué es tan difícil de captar la señal?

—Te di tu espacio, llevas ignorándome desde la última vez que fui a tu casa, ya no quiero. —Contradijo en un acto de desesperación—. Eres importante para mí, no me gusta que estemos peleados.

La castaña quiso debatir aquello, quiso corregir que no se estaban enfrentando a una simple pelea, pero las palabras atascadas en su garganta dolían, las lágrimas que nuevamente caían por sus mejillas ardían y sentía ya no le quedaba la suficiente fuerza para discutir.

—Yo no...Ese día, yo.

El pelinegro la observó totalmente confundido, sin descifrar a que se refería o que quería expresarle.

—¿De qué día hablas? ¿Del día de la fiesta? —Preguntó, tratando de adivinar sus razones y comprendió un poco cuando la vio asentir—. Pensé que lo habíamos aclarado y todo estaba bien entre nosotros.

No lo estaba, era obvio, pero quiso creer que sí. Su amistad se había vuelto un poco incomoda desde ese entonces, incluso si decidieron actuar como si aquello hubiese sido un acto insignificante. Debía tratarse solo de eso ¿Verdad?

Cuando el llanto de la menor se intensificó, un sentimiento aterrador se instaló en el pecho de Minho, un presentimiento que prefería ignorar porque deseaba con toda la fuerza de su corazón que aquello fuera el último de sus problemas.

—Minjunnie, por favor. —Su tono de voz salió más delicado en un intento por calmar a su amiga, llevando una de sus manos hacia su mejilla y dejando leves caricias en esta que rápidamente lograron capturar su atención, elevando apenas la mirada hacia el mayor—. Dime que sucede...

Sin embargo, no tuvo que decir nada para que Minho comprendiera todo en el momento que la castaña llevo ambas manos hacia su vientre y se abrazó a sí misma con fuerza.

—Estoy embarazada.

Dos palabras bastaron para que el mundo de Minho se viniera abajo en cuestión de segundos.

...

—Ya sé que quiero ser cuando grande. —Youngseo mencionó con total emoción a los dos adultos que iban en los asientos delanteros—. Seré veterinaria para curar gatitos, así como lo hice hoy al señor Bigotes.

Minho soltó una risa baja al escuchar a la pequeña mientras conducía, Minju al lado se encargaba de pasarle unos caramelos a Youngseo para que comiera en lo poco que duraba de trayecto.

Ese no era el plan | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora