Prólogo

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—No puedo seguir así.

La voz de mi novio me saca de un ensimismamiento provocado por la delicada música de orquesta que sale de los altavoces de mi PC.

—¿Así cómo? —hablo y lo miro con la seriedad que me caracteriza. Estoy sentada en mi silla giratoria y los pies descalzos sobre el escritorio.

—Rogando por tu atención y cariño cada minuto.

—¿De qué hablas, Dane?

—Estoy cansado de ser el que siempre hace algo por esta relación. Si no te llamo, no me llamas; si no te busco en la escuela, soy invisible para ti; si no propongo algo para nuestras citas, siempre nos quedamos en casa -—habla exaltado con voz segura y cara de concentración.

—Vaya... no tenía idea.

Siendo honesta, estoy en esta relación porque él me lo pidió. Le dije que sí, porque quería experimentar un noviazgo con alguien de confianza. Cosa que él sabe, no entiendo a que viene tanto drama. No lo amo, le tengo cariño y nunca he pretendido lo contrario.

—Exacto, no sabes nada, porque no te interesa. No te interesa esta relación, ni yo. A veces no entiendo como puedes vivir como vives.

—¿Cómo?

—Con esa falta de interés por todo.

—¿Es así como me ves? —esas palabras suyas han provocado que se expanda una ola de frío por mi cuerpo.

—Sí.

—Entonces, ¿me pusiste los cuernos con Tracy Baker... para tener mi interés? —digo, poniendo todas las cartas sobre la mesa. Su cara palidece y se queda sin expresión en cuestión segundos. Obviamente, ni siquiera le pasó por la cabeza que yo lo supiera. Pero entre las ventajas de ser casi invisible en la escuela, es que escuchas muchas cosas por las esquinas.

—Yo...

—Te doy la razón en algo, soy un persona desinteresada y despegada. Lo sabes, porque antes de ser pareja fuimos amigos. Nunca dije que te amaba y siempre he sido honesta, a diferencia de ti. Si había algo que querías cambiar de nuestra relación, podías hablar conmigo. Te dije que nunca aceptaría una infidelidad, y nunca lo haré. Si viniste aquí para romper nuestra relación saldrás ganando, porque ya no quiero estar contigo —las palabras me salen contundentes sin levantar la voz y logro mantener la expresión de mi cara impasible.

—¡Bien! —Dane habla con voz alta y temblorosa.

No quiero verlo con lágrimas en los ojos, le tengo en alta estima. Lo conozco hace tiempo y sé que lo he lastimado, pero él también me ha hecho daño a mí. Cuando escuche a Tracy jactarse sobre el sexo con Dane y burlándose de mi capacidad para complacerlo, me sentí... defectuosa.

Hace años decidí no amar a nadie, porque hacerlo me dejaría vulnerable. Y ya he tenido suficiente dolor en diecisiete años para el resto de mi vida.

—Cierra la puerta cuando te vayas, Dane.

Hago girar la silla para no verlo mientras sale de mi cuarto, de mi casa y de mi vida. El sonido de la puerta principal cerrarse, suena como una bomba en toda la casa, resaltando el vacío de la misma. Llevo algún tiempo viviendo sola. Mis abuelos murieron hace casi un año y mis padres desaparecieron hace ocho. La única persona en la que he confiado desde que llegué a este pueblo, acaba de salir de mi vida después de romper mi confianza.

Estoy sola.

Lo que siempre has querido, ¿no?

Se me escapa una carcajada que no contiene ni pizca de diversión, junto a una lágrima. Limpio la humedad de mi mejilla y subo el volumen de la música, para silenciar mis turbulentas emociones.

Bajo la piel de HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora