Capítulo 20

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Emrralt

—¡Tío, estoy en las putas nubes! —la chillona y alegre voz de Amelia provoca que la mire —. Susan y Steve son... perfectos.

Después de confesarle a su compañera de habitación lo que siente por ella, de alguna forma terminaron reunidas con el prometido. Resulta que a Susan y a Steve les va la poligamia y... ahora están juntos los tres. Llevan más de cuatro meses juntos y son felices como lombrices.

—Me tienes las orejas peladas de lo mucho que hablas de ellos —sueno malumorado. Tengo derecho a estarlo, desde que ella tiene pareja yo no he tenido sexo. Me gusta pensar que se debe a que he madurado pero yo no soy una fruta, sencillamente, no tengo ganas de follar pensado en una chica que no puedo tener.

—¿Estás celoso, Esmeraldo? —me abraza con cariño mientras se burla de mí.

—Estoy feliz por ti, pero no tienes que restregarme en la cara tu relación perfecta —doy un trago a mi cerveza mientras disfruto de las vistas. Esta casa se encuentra lejos de la ciudad, rodeada por vegetación de un lado y mar del otro. Es una noche espectacular, sin la contaminación lumínica de la ciudad.

—Esmeraldo —la miro y ella me abraza, esta vez con fuerza —. Gracias por ser mi amigo.

—Oh por Dios —siento la cara caliente por el cumplido.

—¿Cómo están tus padres? —se interesa después de un silencio.

Mis queridos padres me hicieron caso por una vez en sus vidas. Mi drama en Navidad los hizo sentirse culpables y volvieron antes del 31 de diciembre. Ciertamente estoy aliviado por la presencia de ambos; los pequeños tienen a sus padres y Moira puede hacer su vida.

—Muy bien, trabajando y retomando sus vidas poco a poco.

—¿No crees que te pasaste un poco a la hora de pedirles que volvieran? —sus ojos oscuros me miran, esperando una respuesta.

—Creo que en ese punto llegué al límite de mi capacidad. Fue muy egoísta de mi parte, pero ellos son nuestros padres y por tanto, responsables de nosotros —debo sonar como un niño malcriado, pero no me importa. Digo honestamente que necesito a mis padres.

—Mmmm. Tú... —sus palabras se ven interrumpidas por el sonido de su teléfono y en la pantalla se lee "Susan". Se aleja a responder con una sonrisa y mi botella se acaba.

Cuando Amelia se pone a hablar con Susan, la conversación se alarga hasta hacerse interminable. Vuelvo al epicentro de la fiesta, donde todos bailan, saltan y se balancean. Veo a Jayce hablando con un gran grupo de gente, a la vez que le sonríe a su teléfono mientras teclea.

Creo que Jayce engaña a Harper, cosa que me carcome por dentro. Pero no se lo puedo decir a ella por: razón número uno, eso rompería el Código y dañaría nuestra amistad. Razón número dos, no puedo hablar sin evidencia.

Soy una mierda. Estoy pensando en traicionar a mi amigo por un coño.

Cerebro, ella no es un coño. Es una mujer increíble y... la quiero.

—Emrralt —una voz femenina y ligeramente conocida, ronronea mi nombre mientras se engancha a mi brazo.

Es Molly... Dolly... Holly, sí.

—Holly —soy serio y frío. No quiero tener nada que ver con esta chica, en los últimos meses ha sido muy insistente a pesar de mi negativa de volver a follar.

—Ay, Ral, ¿recuerdas lo bien que lo pasábamos en la cama? —su aliento con olor a alcohol me golpea y me separo de ella con una mueca.

—Holly, para ya. No volveremos a follar.

Bajo la piel de HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora