Capítulo 9

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—Despierta, dormilona —una voz masculina suena cerca de mi oído, molestando mi descanso. Lo sacudo como a una mosca en mi oreja y me doy la vuelta en la cama, ignorando la molestia.

—Princesa, ¿no quieres ver a tu Dari antes de la escuela? —dice con voz burlona. Sus palabras me hacen abrir los ojos y mirarlo con cara de enojo.

—Te odio —digo con la voz ronca por el sueño.

Me levanto, aún medio dormida y Jay me lleva al baño, donde me peina y me cepilla los dientes como a una niña pequeña.

—Te has vuelto dormilona. Solías dormir como una bolita tensa —dice mientras me pone una camiseta suya sobre la ropa de anoche, ahora limpia.

—De pequeña estaba siempre alerta y no podía dormir tranquila. Aprendí a dormir sin preocuparme, cuando tuve cerrojo en mi habitación.

Me mira lleno de ternura y me abraza. Su olor ha cambiado, su pelo se ha oscurecido y su cuerpo ha crecido, pero sigue dando los mejores abrazos. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y me dejo caer sobre él, disfrutando de su calor.

—Extrañaba esto. Nadie me abraza como tú.

—Ay, princesa. Nadie te quiere como yo.

Después del momento emotivo salimos de su habitación y mi mirada se fija en la puerta contigua. La habitación de Emrralt. El corazón se me acelera un poco al pensar en él, pero destierro la visión de sus ojos verdes y me concentro en bajar las escaleras.

—¿Desayunamos antes?

—No, desayunaremos los tres juntos —digo mientras lo arrastro fuera de la casa. Quiero ver lo antes posible a Dari.

Siguiendo el mismo camino que anoche nos trajo a casa, llegamos cerca del mar y pasamos por el restaurante de los Lowry. Veo el nombre del local, que no vi anoche y me hace reír a carcajadas.

—¿En serio se llama "Hunger"? —pregunto.

Jay se ríe y afirma con la cabeza mientras cambia de rumbo hacia el sur, hasta llegar a un conjunto de casitas muy cercanas a la playa. Nos detenemos junto a una pintada de azul, donde hay luz en varias ventanas y una sombra se mueve con calma hasta puerta de entrada. Un chico alto, moreno y de pelo largo recogido desordenadamente en la base de la nuca, sale y mira el auto con una sonrisa.

—¡Jay, hermano!

El pelirrojo se desmonta y envuelve a su hermano adoptivo en un masculino abrazo. Mientras intercambian palabras yo salgo del coche.

Ya son pasadas las seis y quince, el cielo está empezando a cambiar de color y mi corazón está acelerado por la emoción. Aquella noche que nos separaron, fue la más oscura de mi vida, pero este amanecer puede ser un nuevo comienzo para nosotros. Como una familia.

Dari me mira unos instantes confundido, no me reconoce. Parpadea varias veces y su rostro se llena de incredulidad al notar quien quien soy. Camina hacia mí con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos. Yo lo recibo con una sonrisa y los brazos igual de abiertos, por lo que terminamos fundimos en un abrazo lleno de amor y añoranza.

—Ay, mocosa. No me lo puedo creer —dice con la cara en mi hombro, donde la humedad provocada por sus lágrimas me enfría la piel.

—Ay, Dari. Estoy en casa —digo cuando Jayce se une al abrazo.

***

—¿Estás dando clases de surf? —pregunto sin creerlo.

—Sip. He sido premiado en varios concursos regionales y me gano la vida en una escuela de surf cercana —responde Dari con la boca llena de panqueques.

Bajo la piel de HarperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora