27. 𝓛𝓲𝓫𝓻𝓮

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El día atinaba a ser bueno, pero por desgracia, si así quieren llamarle, a nuestro Omega protagonista, Stuart, le había llegado su celo justo ese día, maldición era tan difícil ser Omega. Stuart se encontraba acostado en su cama, vistiendo únicamente una sudadera con orejitas de gato y su típico boxer rosa, el porque vestía así era simple, la fiebre que generaba el celo, le causaba mucho calor y desesperación, suficiente para no usar tanta ropa.

Stuart odiaba esos días de celo, porque no tenía con quién pasarlos, y eso era difícil, pues por más supresor que tomará, su temperatura corporal no disminuía en lo absoluto, era mínimo el nivel de aroma que disminuía, todavía podía sentirse en el aire su aroma a Orquídea, malvaviscos y cereza negra, era su aroma de Omega, que se intensificaba por su celo.

El Omega tenía fe de encontrar a su destinado, quizás por eso no tenía con quién pasarlo, sobre todo que esa pareja destinada fuese su compañero de banda Murdoc Nicalls. Sabía que eso era una locura, Nicalls era todo un don Juan, incluso a veces solía jactarse de sus encuentros amorosos frente a él, también se podría decir un no tan buen líder,  incluso pareciera que no es de tal agrado de este, pero por alguna extraño razón, era el Alfa ideal para nuestro Omega protagonista.

A este punto, el Omega estaba desesperado, necesitaba a su Alfa ya, habían pasado dos días en los que había tenido autocontrol, pero faltaban tres más y pues, la carne es débil. Pot se dirigió con sigilo hacía la habitación de Murdoc, cabe aclarar que el pobre chico solo se dejaba guiar por lo que decía su instinto, Omega interior, ni siquiera se molestó en ponerse más ropa, ya le costaba pensar con lucidez.

Abrió la puerta y encontró al Alfa durmiendo, pues como no si era de madrugada. Se subió a la cama y se sentó en la entre pierna del Alfa, comenzando a acariciar su pecho. Esto hizo que el Alfa se despertará.

— ¡¿Pero qué demonios?! — exclamó sorprendido el pelinegro — ¿Qué carajo haces faceache?

— Mudz... Yo...yo ya no lo soporto más — dijo el Omega moviendo su cadera para sentir el contacto con el miembro del Alfa.

Fué ahí donde Nicalls sintió aquél aroma a Orquídea, malvaviscos y cereza negra, en definitiva, él Omega estaba en celo, por alguna razón, su Alfa interior quería tomar al Omega, pero no sabía porque, era diferente, una sensación que no había sentido antes, y vaya que había estado en situaciones similares con varios Omegas, pero está era especial.

Casi sin darse cuenta, él Alfa comenzó a liberar su aroma a café y eucalipto, haciendo que el Omega se alterará más.

— Hueles de maravilla querido — dijo él Alfa, mientras pasaba acariciando la mejilla del Omega, este tomó la mano del contrario para que le siguiera tocando su mejilla.

— Mudz por favor, ayúdame con mi celo — dijo desesperado el menor.

— Si lo pides por favor... aunque no sé — dijo el Alfa bajando sus manos a los muslos del Omega acariciandolos — ¿Debería hacerlo?

— Enserio te necesito Mudz, solo a ti — dijo él Omega, eso halago al mayor.

— Ruegame un poco más — dijo apretando los muslos del Omega.

— Murdoc, te lo suplico — respiraba agitado el Omega — Enserio necesito que me tomes ahora mismo.

El Alfa se sentó en la cama aún con él Omega encima, era fácil levantarlo pues era más fuerte que Pot, se recostó en el respaldo de la cama. La verdad es que él Alfa también quería hacer suyo al Omega, pero quería jugar con él, pues que interesante era ver con que anhelo el Omega se lo pedía.

— Está bien, está bien, lo haré — respondió Nicalls.

Dicho ésto, empezó a besar al Omega, le resultaba tan tierno ver cómo esté le besaba desesperado en busca de más contacto, envolviendo el cuello de Mudz con sus manos. Cómo todo un profesional él Alfa se disponía a transformar ese beso en uno de lengua, pero se llevó la sorpresa de que el Omega tenía cerrada la boca.

𝕯𝖊𝖑𝖎𝖌𝖍𝖙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora