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Nanami podría pasar horas así. Tú en su regazo, dando vueltas lentamente alrededor de tu clítoris con su mano derecha mientras su izquierda masajea suavemente tu pecho.
Los dulces gemidos que salen de su boca son música para sus oídos la forma en que te retuerces bajo su toque hace que su polla endurecida se estremezca de deseo. Él vive para ti. Vive para hacerte estallar de placer. Él vive para ver la expresión en tu cara. Él vive para hacerte sentir bien.
—Nanami se siente tan jodidamente bien.
—¿Sí, linda? ¿Te gusta cómo te hago sentir?.
—Sí, Nanami, joder... siempre me haces sentir tan bien.
—Podría jugar con tu lindo coño todo el día bebé. Todo para ti... quiero que te sientas jodidamente bien.
—Mierda Nanami ... me voy a venir joder.
—Córrete para mí, niña, córrete en mis dedos—Nanami te saca otro orgasmo, tu visión se vuelve borrosa y tus palabras se arrastran. Los dedos de Nanami salen de tu coño empapado y se encuentran en su boca, chupando el resto de tus jugos.
Se sienta en la cabecera de tu cama compartida, sacando orgasmo tras orgasmo de tu apretado coño. Las alabanzas caen de sus labios como goteo de miel. Manos suaves recorren su cuerpo arriba y abajo, masajeando los músculos que duelen después de un día completo de trabajo. Las yemas de sus dedos permanecen sobre la carne de tu muslo mientras tu rostro se vuelve hacia el suyo en un beso empalagoso.
Sus labios son suaves y tentadores, sus manos fuertes y autoritarias. Tiene todo su mundo en sus brazos. Y se asegura de que sepas que pase lo que pase, en sus brazos, estás a salvo.
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