Prólogo

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La suave brisa entraba por la pequeña ventana, moviendo las delgadas cortinas verdes, una pila de varios libros acumulados en pequeñas columnas regados por toda la habitación, en medio de todo ese desorden literario, un azabache, se encontraba acostado sobre un cojín grande con un muy viejo libro en sus manos, la portada había atraído su atención, pasta gris y un circulo decorado con ramas secas, a pesar de verse muy antiguo, cada una de sus hojas se mantenía intacta.

Apenas abrió la primera página, un fuerte viento hizo a las ventas abrirse abruptamente, haciendo que varias hojas sueltas volaran, se levanto para cerrar y poder seguir con su lectura, pero el viento era demasiado fuerte, como si alguna clase de ente no le permitiera cerrarlas, así como también sintió un empujón que lo hizo caer sentado, exhalo rendido, no iba a pelear con esas viejas ventanas.

Vio la hora, era momento de volver a su casa.

Al ponerse de pie y con un par de libros en las manos, le dio una mirada al libro que antes tenía, notando que por el viento las paginas habían pasado casi hasta la mitad, en una de ellas podía ver el dibujo de un lugar que parecía ser una especie de rio congelado, había hielo por todas partes, incluso las quebradas eran de hielo.

Lleno de curiosidad soltó los otros libros y se agacho a tomar ese, observo con detenimiento el dibujo, en una de las quebradas, como si se tratara de una pared de hielo, vio la figura de lo que sería un dragón serpiente, era blanco con la melena azul, podía ver sus colmillos y como parecía sostener una perla entre azul y blanco.

Acerco el libro para ver más de cerca a la criatura al creer ver qué se movió, pero se rio de si mismo, era solo un dibujo en un libro, esas cosas no pasaban, cerro el libro para dejarlo en su lugar y salir de una vez, pero no contaba que al salir un enorme tornado se aproximara a la cabaña, su primer instinto superviviente fue entrar y cerrar la puerta.

Vio como las paginas del libro se abrían de nuevo, pasando rápido hasta que quedo en la misma donde veía al dragón, el cual está vez si lo vio moverse, atónito se dejo caer de rodillas cerca para asegurarse de que fue su imaginación, pero en efecto el dragón ya no estaba, había desaparecido, de nuevo las paginas empezaron a pasar rápido, soltó el libro y este se detuvo en una página en blanco.

Fue cuando todo se salió de control.

Lo último que quedo en su memoria antes de que el tornado llegara fue ver una especie de luz azul y como todo su cuerpo se tensaba y era envuelto, hasta perder el conocimiento.

...

Al despertar lo primero que vio fue el cielo despejado, un par de pajaritos muy extraños revolotearon por encima de él, algo aturdido se levanto quedando sentado, sus ojos casi saliéndose de sus lugares al notar que eso no era su casa, en el lugar donde vivía nunca nevaba, lo extraño del lugar era el hielo solido que cubría cada superficie, pero los arboles y cualquier planta estaban en plena floración, tampoco hacía frío como era de esperarse.

¿Dónde estaba?

Se puso de pie mirando todo a su alrededor, era un lugar agradable, camino un poco hasta que llego a una especie de quebrada, que igual tenia una capa muy gruesa de hielo, se asomo solo un poco a ver hacia abajo, no era tan alto, pero si caía seguro se rompía las piernas.

¿Por qué el lugar se le hacía conocido?

Y para su mala suerte del día, por intentar ver algo allá abajo, uno de sus pies resbalo en el hielo haciéndolo caer al agua, que se suponía debía estar congelada, o fría, pero cuando su cuerpo hizo contacto con el líquido, era cálida, por suerte podía nadar y salió a la superficie, fue cuando todo su cuerpo se tensó.

El enorme dragón congelado estaba a solo unos metros de él congelado, tal cual como lo vio en la imagen del libro, salió del agua subiéndose en una gran tempano de hielo que flotaba cerca, eso tenía que ser un sueño, se froto los ojos, no, de alguna manera no era un sueño, o pesadilla como lo llamaría, en su shock vio como uno de los ojos azules del monstruo se movía en su dirección, sintió un escalofrío, tenía que salir de ahí, ya.

Empezó a escalar por el hielo, tenía una clase de hendiduras que le ayudaban a sostenerse y subir, miraba a la criatura a cada segundo, había subido la mitad, más todos sus movimientos se detuvieron, cuando vio como todo ese enorme monstruo se movía con facilidad hasta desaparecer de su vista, trato de ver por el hielo hacia adentro.

Todo era oscuridad, parecía una especie de cueva profunda, vio algo blanco salir del fondo, se pegó más para ver que era, ganándose el susto de su vida cuando los colmillos del monstruo golpearon el hielo haciendo que cayera de nuevo al agua.

La transparencia del liquido le daba la facilidad de ver todo lo que había bajo la capa de agua, también de ver como cierta criatura de enormes colmillos se dirigía hacía él con tal velocidad, que no tuvo tiempo de salir, por que una de sus garras los sostuvo del torso y lo arrastro de regreso a lo profundo del río, que era muy profundo para su gusto, los ríos no son tan profundos, pero nada era normal en ese lugar, y el aire le empezaba a hacer falta.

Cuando creyó que moriría ahogado, salieron a través de una casada de mas de 30 metros de altura, y el dragón lo dejo en el suelo, o prácticamente lo tiró de una altura de 1 metro, no fue una caída suave, tomo bocanadas de aire, tosiendo por el agua, jadeo de dolor quedándose quieto en su lugar mientras escuchaba la agitada respiración de la criatura que estaba a solo unos metros de él.

Escucho una especie de silbido, miro de reojo y el monstruo ya no estaba, iba a girar cuando unas manos lo levantaron como si su peso fuera pluma, encontrándose con unos ojos azules, tan claros como el cielo, una piel blanca como la porcelana y cabellos plateados, oh y colmillos, él sujeto tenía colmillos, unos muy afilados.

Solo pudo pestañear tan aturdido por esos ojos, ¿Pero, de dónde había salido y a dónde fue el monstruo?

- Tú, tienes la marca.

Last DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora