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Era pequeño aún, recién había llegado a casa de sus abuelos y no se sentía cómodo, eran como desconocidos para él, pocas eran las veces que sus padres lo llevaron para que los viera, por lo que vivir con ellos no parecía que iba a ser tan increíble como su padre le dijo, pero no tenía de otra, o se quedaba con ellos, o los de servicios infantiles se lo llevarían lejos, mejor era quedarse ahí.

Siempre había sido un niño introvertido y tímido, no tenía amigos en la escuela, además de que después de cambiarse de casa, tuvo que cambiar de escuela, todos los niños ahí lo molestaban porque sus padres no lo querían, todos los días regresaba llorando, se encerraba en su cuarto sin darles la oportunidad de consolarlo, hasta que un día su abuelo entro a su cuarto con un libro de cuentos.

- No es necesario que me hables, pero puedes escuchar – ofreció sentándose en una silla mecedora, con el libro abierto en sus manos.

La primera historia que le contó, relataba dragones y reinos, él sabía que esas cosas no existían, pero aún así por la forma en que el hombre le contaba, le hacía creer que si, acomodándose mejor en la alfombra se acercó un poco más al mayor que esbozo una sonrisa al ver su interés, pasaba página y seguía con la historia.

- Que paso después – la suave vocecita del niño llegó a sus oídos, dejo la vista del libro para mirarlo, sus grandes ojitos negros lo miraban con un brillo, el cual no tenía cuando llegó hace 3 meses.

- Te diré que paso después, si prometes decirme que sucede en la escuela, Kookie, soy tu abuelo y solo quiero tu felicidad, un niño bueno como tú solo merece lo mejor del mundo, de acuerdo – ante aquellas palabras el pequeño asintio.
Y desde esa noche se volvió cercano a su abuelo, él era su cómplice en todo.

Fuera de lugar, así se sentía en es preciso momento, no entendía desde cuándo el frío y amargado dragoncito se volvió así de, amable, bueno, no sabía cómo describirlo, pero que se comportará tan así, le estaba provocando ansiedad, desde que escaparon del castillo del rey Selion, Taehyung había estado actuando demasiado bueno, ya no tenía esa mirada de desprecio hacia su persona, incluso a veces le sonreía!! Acaso la falta de poder le estaba afectando el cerebro, si debía ser eso.

- En serio, deja de actuar así, me confundes – alegó amenazándolo con una almohada, él lo miro confundido, dejo el bowl con moras sobre la mesita y se sentó en la almohada para comer.

- No sé a qué te refieres, solo te traje la comida, cómo siempre – agregó, pero el azabache entrecerró los ojos, podía sentir la diferencia, su aura ya no era oscuro ni frío, hasta parecía tener color, oh y esa sonrisa que tenía en ese momento.

- Vez, ves de eso hablo, que te pasa, tú no eres así, tu no sonríes – exclamó señalándolo con la mano, el negó riendo, Charlie entro en ese momento.

- Le pasa una vez al año, tu no entenderías, pero te acostumbras – contó sentándose también, pero él no iba a quedarse con la duda, lo asustaba su nueva etapa.

- Aún así es extraño que me trate bien, sabiendo su inminente odio hacia mi, me pone los pelos de punta, mira, mira mi como se eriza mi piel – les mostró su brazo y ellos lo vieron alzando las cejas fingiendo sorpresa.

- Oh vaya, Tae, asustas al niño – exclamó con fingida preocupación para seguir comiendo, Jungkook lo miro ofendido.

- No soy un niño, tengo 20

- Además, yo no te odio, tu llegaste a esa conclusión de la nada – acotó el aludido, le metió un pedazo de pan cuando lo vio abrir la boca para seguir alegando, solo quería comer en paz antes de salir.

Last DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora