AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV]

CAPÍTULO VI

Se sentía confusa, sus hermanas y hermanos le habían advertido que los demonios eran malévolos, crueles, fríos, le dijeron que ella sufriría cosas inimaginables, sin embargo no recibió ningún mal trato, al contrario, el Cardenal en todo el día no le había hablado por su nombre y solo se había referido a ella como "señorita Gladwin", incluso le había invitado a salir. Incluso pensó que ese buen trato era solo una máscara, para que ella confiara y entonces demostrarían lo perversos que eran.
Aunque realmente no le importaba, si sus hermanos por fin podían tener una buena educación y comida digna en la mesa, todo valía la pena entonces.
Subió las escaleras pues el Cardenal le dijo que saldrían unos minutos después. Tomó una ducha, se colocó la ropa más bonita que tenía, afortunadamente su cabello corto era lacio así que no necesitaba arreglarlo demasiado. Escuchó que alguien tocaba la puerta cuando estaba por salir, el Cardenal apareció ante ella con su cabello peinado hacia atrás, el aroma de su loción llegó hasta sus fosas nasales, olía delicioso.
La chaqueta negra junto a sus pantalones ceñidos al cuerpo le daban al Cardenal un toque seductor a la par que atractivo y sensual.

—¿Está lista, señorita Gladwin?

Melina aspiró discretamente una última vez.

—¿A dónde iremos? —preguntó mientras cerraba la puerta de su habitación y caminaba escaleras abajo con el Cardenal a su lado.

—Le llevaré a mi lugar favorito para pasar un rato agradable.

Al estar en el vestíbulo se dio cuenta que había cinco personas ahí, todos le miraron e hicieron una reverencia. Se fijó en uno de ellos, en el moreno, sus ojos le parecían familiares.

—Ellos son mis ghouls, los verás la mayor parte del tiempo con sus uniformes. Él es Sodo, Aether, Rain, este de aquí es Mountain y Swiss.

—Soy Melina. Es un gusto conocerlos—los miró a todos.

Definitivamente se verían diferente con el uniforme, aunque podía identificarlos fácilmente por su complexión, a Sodo lo reconocería porque era el más delgado y Mountain le sacaba fácilmente dos cabezas más de altura. Por supuesto las voces eran diferentes y sería lo que más le ayudaría a identificarlos.

—Ellos son mis guardias y por supuesto los suyos. Cualquier orden suya será complacida por ellos.

—Estamos a sus ordenes, señorita Gladwin.

—Bien, ya todos presentados, andando.

Aether, Sodo y Swiss festejaron animadamente, entonces salieron, los carruajes llegaron rápidamente a la entrada del infierno, luego salieron a través de de la oscuridad y la niebla hacia la tierra en donde les esperaba una limusina. Una vez dentro del vehículo Melina se sentó al fondo con el Cardenal a su lado mientras los ghouls estaban a los costados, platicando entre ellos. Melina les miraba, todos parecían humanos comunes y corrientes, incluso el Cardenal quien de vez en cuando participaba en las conversaciones animadas, la persona del auto del carril siguiente ni siquiera se imaginaba que quiénes iban en la limusina a un lado de ellos provenían del infierno, y aquello le hizo pensar, cuántas veces no había estado en una situación similar. Nadie le aseguraba que las personas a su lado eran lo que aparentaban.
A pesar que Copia disfrutaba de la charla de sus ghouls –pues así les conocía más a profundidad–, notó qué Melina estaba absorta en sus pensamientos, mirando por la ventana. Supuso que estaba pensando en su familia, así que para no hacer que la humana tuviese pensamientos melancólicos y tristes llamó la atención de todos dando una palmada y acomodándose en el asiento.
Lo logró.

—¿Qué les parece si brindamos?

Rain sonrió, a su lado izquierdo había una champagne dentro de una cubeta con hielos, mientras Mountain pasaba las copas a cada uno, Copia le ofreció una a Melina, quién a pesar de mirarlo dudosa la tomó .
Mientras el líquido burbujeante era servido, Melina se acercó hasta Copia, acortando la distancia que los separaba, ahora sus cuerpos estaban juntos, sus hombros se tocaban.