CAPÍTULO XIX

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Escuchó los gritos de Kevin y Khalid fuera de su habitación, estaba cansada por las jornadas pero nada que un buen café no pudiera solucionar. Se quedó en la misma posición mientras intentaba volver a dormir sin embargo parecía que había todo un batallón al otro lado de la puerta. Escuchó el grito de su mamá indicando que la comida estaba lista y no tuvo de otra más que ponerse de pie, lavarse la cara y llegar al comedor ligeramente adormilada.

—Estaba por ir a despertarte —dijo Malia, quién era menor que ella por un año.

—Creo que dos pequeños demonios se adelantaron.

—Lo siento, hermana —habló Khalid con la boca llena de comida—, Kevin me estaba persiguiendo con su máscara de payaso.

—Lo hice porque tú ayer me asustaste cuando me estaba bañando.

—Basta —dijo su madre dejando una taza con café sin leche frente a Melina—, paren de pelear y coman.

—¿Cómo te ha ido en el trabajo? —preguntó Malia a su lado.

—Bien, es cansado vivir de noche, pero creo que la paga lo vale.

Melina bebió el café y lo saboreo, su madre la miró, tenía ojeras y le preocupaba que se pudiese enfermar.

—Hija, ¿por qué no vuelves al infierno?

Melina bajó la vista a su plato, jugó un poco con el tenedor y las salchichas. En su mente apareció la imagen de Copia, recordó la última vez que lo vio, se había convertido en Papa y según lo poco que le decían los ghouls de él, era que parecía un fantasma.
Ella no quería saber de él pero a Rain y a Sodo de vez en cuando se les soltaba la boca. Al parecer sí le había afectado su partida, aunque no quería hacerse ilusiones, ya que el día que le dijo que regresaría a la tierra él simplemente lo aceptó sin más.

—¿No crees que nos va bien, mamá?

—¿De qué sirve que nos vaya bien si tú no estás bien? Has adelgazado, tienes ojeras y estás cansada todo el tiempo.

—¡Es cierto! —dijeron Sander y Serena, los gemelos, al mismo tiempo—. Ya casi no juegas con nosotros.

—Me siento bien —Melina se encogió de hombros.

—Podemos ir al clero y volvernos hermanas del pecado.

—Así agradeceremos todo lo que Satanás ha hecho por nosotros —asintió su madre ante la idea de Malia.

La idea de ir al clero a informarse acerca de las hermanas del pecado se quedó inconscientemente en su cabeza, debía pensar con más tranquilidad y sin las miradas de su madre y su hermana sobre ella, debía pensarlo con la cabeza fría y no sólo porque extrañaba a Copia.
Suspiró ante la idea de verlo nuevamente, verlo caminar tan recto y ser tan elegante y educado que le provocaba un vuelco a su corazón. Le asaltaron las ganas de correr hasta llegar a su destino, el cuál en aquel momento no era el clero si no el castillo en el infierno, su destino eran los brazos de Copia.
Se aclaró la garganta.

—¿Y cómo ha ido en la escuela?

La pregunta hizo que la atención se centrara en sus hermanos y hermanas menores, también así podía despejar su mente por unos instantes.

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Melina saludó a Kitty, rápidamente el camerino se llenó de personas y las pláticas y las risas llenaron la habitación. La pelinegra comenzó por maquillarse mientas la música se escuchaba a la lejanía.

—¿Estás bien? Tienes esa expresión.

—¿Qué expresión?

Por el espejo Melina miró a Kitty, quién la imitaba mordiendo su labio y frunciendo ligeramente las cejas.

AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora