CAPÍTULO XX

338 28 33
                                    

Sister miró confundida como Copia entraba en su despacho, era temprano en la mañana del lunes y Papa debía haber comenzado sus labores ahí, su presencia tendría qué ser debido a algo de suma importancia.

—Buenos días —saludó Papa con un beso en su mejilla y un abrazo rápido.

—Buenos días, C. Disculpa, pero creí que estarías en la extensión de la onu.

—De eso quiero hablarte.

Copia aceptó la invitación que Sister le había hecho con la mano y tomó asiento.

—¿Sucede algo?

—No es nada grave, sólo quería saber si aquí hay una oficina para mí aquí.

—Bueno, la oficina Papal inicialmente era aquí, les hicimos una en la sede de la onu ya que los ángeles y arcángeles no pueden entrar aquí, lo sabes. Es más práctico que el Papa a cargo esté ahí para que no se le dificulte el traslado para la reuniones y es territorio neutral.

A Copia no le parecía precisamente un territorio neutral, ya que cuando sucedía algún inconveniente o tenían qué "ponerse de un lado", los humanos siempre elegían a los ángeles pues les aterraba la idea de que una vez muertos, Dios les negara el paraíso, aún así ellos les habían demostrado que podían ser más confiables que los de las alas blancas. Como había sucedido con Terzo hacía un año atrás.
A él le seguía pareciendo mejor el infierno; había libertad, podían amar a quién quisieran, podían tener una buena vida lejos de envidias y falsas esperanzas. Definitivamente era mucho mejor.

—Sí, lo sé. Lo que quise decir es si puedo cambiarme aquí.

—Por supuesto, es cuestión de mandarla a limpiar.

Copia se inclinó hacia delante.

—También me gustaría pedirte dos invitaciones para las hermanas del pecado.

Recibió una mirada de completa confusión, podía ver cómo su madre, al otro lado del escritorio, se preguntaba internamente si ambas peticiones iban de la mano. Después Sister se puso de pie para tomar los archivos dónde estaba toda la información de las integrantes, revisó rápidamente y después volvió a mirar a Copia.

—Lo siento, C, estamos llenos.

—¿Podemos hacer algo?

—No lo creo. Y en todo caso hay una lista de espera.

Copia chasqueo la lengua lamentándose internamente, debía pensar otra opción para acercarse a la humana.

—Bien —se puso de pie y caminó a la salida—. Gracias.

—Quizá no es de mi incumbencia, ¿pero para quiénes eran las invitaciones?

—Melina y Malia Gladwin.

Sister había visto un sesgo de decepción en el rostro de Copia. Al escuchar el nombre de la humana supo de inmediato por qué su hijo se encontraba diferente, le veía un poco pálido y su humor característico había desaparecido. Al ver su rostro entristecido su corazón se arrugó, no podía negarle nada ahora que estaba con ella y que se llevaban tan bien.

—Oh, ya veo. Veré lo que puedo hacer.


• ────── ✾ ────── •

—¡Satanás nos escuchó!

El grito de su madre llegó hasta la habitación de los gemelos, Melina estaba ayudándoles con los deberes del colegio. Después escuchó cómo Malia y su mamá festejaban, así que no tuvo más remedio que bajar a la sala.

AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora