CAPÍTULO XI

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Swiss y Aether le esperaban al final de las escaleras, no pudo evitar sentirse ligeramente decepcionada pues esperaba que el Cardenal fuese quien le estuviera esperando, aún así ella no le hubiese dirigido la palabra en los últimos días. Ocultando la posible expresión que pudiese delatar la les sonrió a los ghouls.

-El Cardenal se disculpa por no venir él mismo -dijo Swiss dándole la mano para ayudarla a bajar los últimos escalones.

-Tiene que preparar todo para la misa -habló Aether, haciendo lo mismo-. Pero después estará contigo.

-Está bien, no puedo tener mejor compañía.

Melina pasó sus manos por los brazos de ambos ghouls y juntos salieron para emprender el camino a la iglesia, la cual estaba unos metros al norte del castillo, faltaban unos pocos minutos para que comenzará la misa y toda clase de criaturas, seres y algunas personas importantes del clero se encontraban aglomeradas en espera. En la segunda banca a la derecha se encontraban Rain, Sodo y Mountain, la primera era ocupada por los ghouls de Terzo quien estaba moviendo rítmicamente un pie, si no fuese porque estaba hablando con los demás se vería más nervioso de lo que quería hacer ver.
Al llegar Melina, Terzo la saludó con un apretón de manos.

-Señorita Gladwin.

Al parecer, el Cardenal no sería el único que le llamara de esa manera. Intentó no rodar los ojos

-Mis más sinceras felicitaciones, Papa.

-Muchas gracias -Terzo inclinó la cabeza-. ¿Cómo la ha tratado el infierno?

Por una puerta de madera a un costado de ellos salió Raven luciendo espectacular como siempre, sacó de su bolso un espejo y comprobó que su labial rojo estuviese en su lugar, luego se fue a su lugar.
Melina volvió a mirar a Terzo.

-Muy bien, gracias.

En ese momento las campanas comenzaron a sonar, Terzo se colocó en su lugar y entonces salió el Cardenal vestido con su traje formal, un demonio tocó el órgano anunciando la aparición de la novia, sus dedos largos junto a sus uñas puntiagudas acariciaban las teclas, todos giraron hacia la salida.
El Cardenal le dedicaba miradas rápidas a Melina mientras avanzaba la misa, luego finalmente Omega junto a una humana rubia se pusieron de pie y les entregaron los anillos a los novios. Antes de ponérselos se dedicaron unas palabras de amor, en sus ojos se veía el cariño, el respeto y la admiración mutua que se tenían.

-Que Satanás les de un matrimonio feliz y una larga vida juntos. Terzo, puedes besar a Eleena.

Los aplausos junto con gritos y expresiones de celebración llenaron la iglesia cuando los recién casados se besaron, entonces salieron para dirigirse al gran salón, Copia se acercó a Melina. Se veía más bella que aquel día cuando fueron a probaste el vestido, quizá era el maquillaje o quizá era porque había un nuevo sentimiento en él, creciendo lento pero abriéndose a paso seguro. Fue desconcertante para él que Melina no le sonrió, en realidad parecía que ni siquiera quería verlo. Estaba molesta pero en días anteriores -desde que salieron de la boutique de Ricky-, la humana no le había dirigido la palabra, solo algunos saludos pero no más que eso. No quería orillarla a sentirse presionada por preguntas, así que mejor esperó a que ella misma se lo dijera, sin embargo Melina aún no se acercaba a él.

-¿Está lista para la fiesta, señorita Gladwin?

Le había hablado con un tono animado para tratar de contagiarla del sentimiento de fiesta, a fin de cuentas estaban celebrando algo bueno como una boda pero escuchó cómo la humana bufaba.

-Por lo visto para usted la fiesta empezó antes de la misa -dijo con hostilidad, ganándose una mirada confundida del Cardenal.

-Lo siento, no entiendo a lo que se refiere.

AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora