CAPÍTULO XIII

251 33 10
                                    

Melina escuchaba un par de voces susurrar, lo último que podía recordar fue que salió de la habitación del Cardenal y después de todo se volvió negro, ahora se encontraba en una habitación diferente a la suya, rodeada de los ghouls con expresiones preocupadas, se preguntó cuánto tiempo había pasado.

—¡Chicos, se despertó! —dijo Sodo a su lado, estaba arrodillado en el suelo junto a la cama—. No te muevas, puedes estar mareada. Tranquila.

—Estás bien, Mel —Mountain le asintió mientras apretaba ligeramente su brazo.

Swiss llegó hasta ella y se arrodilló a un lado de Sodo, a la altura de su cabeza, era el que lucía más consternado pues él fue quién vio a Melina desvanecerse en sus brazos.

—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?

—Oh, Satanás, no nos recuerda. ¡Perdió la memoria!

Melina miró a Aether, si fuese otra situación le resultaría demasiado divertido jugar con la tontería que el ghoul acababa de decir.

—No seas bobo. ¿Cómo me olvidaré de tus tonterías?

—Perdón —Aether se tocó la cabeza—, estaba muy asustado y preocupado.

Swiss acarició el cabello de Melina, a simple vista la humana estaba bien, sabía que comía bien y tenía buena salud así que no entendía por qué se desmayó. Entonces una idea le cruzó por la mente, ¿podría ser una posibilidad?

—El Cardenal...

—Descuida, Mel, no le dije nada como me pediste. Aunque fue difícil, si se entera que sabíamos de tu desmayo y no le avisamos nos reprenderá.

Viéndolos a todos en la habitación la hizo sentirse triste, definitivamente extrañaría demasiado a los ghouls, se había encariñado de sobremanera con todos. Estaba acostumbrada a los abrazos y a la protección de Swiss, a los chistes y bromas de Aether, al lado oscuro y de cierta manera perverso de Sodo, a la ternura y sencillez de Rain, y a la tranquilidad y seriedad de Mountain, le costaría aceptar ya no tenerlos en su vida, definitivamente iba a ser un dolor muy fuerte.
Sin poder evitarlo de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas, entonces todos se acercaron extrañados por su repentino cambio.

—Diablos —Melina se tapó el rostro—. No quería que pasara esto.

—¿De qué hablas? —preguntó Swiss—. ¿Qué sucede, pequeña?

Melina sollozó por lo bajo, no podía hablar sin sentir el nudo de su garganta quemando, se le quebraba la voz. Se tomó unos segundos para recobrar la postura y tratar de explicarles a los ghouls que había tomado la decisión de irse, que ya no se verían más.

—Yo... Me voy. No puedo estar aquí.

—Mel, deberías quedarte un poco más —Rain se hizo un espacio en la cama a sus pies—. Puedo cargarte hasta tu habitación, pero primero debemos asegurarnos que estés bien.

Melina negó con la cabeza, poco a poco se sentó en la cama con la espalda recargada en la pared, Aether se sentó a su lado y Sodo y Swiss se quedaron en el suelo, todos los ghouls la miraban con atención sin entender el llanto y el cambio de humor de Melina.

—Lo que quise decir, chicos, es que debo irme del infierno.

—¿Qué dices? ¡Claro que no!

—¡Me niego!

Swiss la miró con atención queriendo descubrir algo en su expresión que delatara que Melina estaba bromeando, una pequeña sonrisa, quizá un brillo en sus ojos sin embargo no había nada, nada más que lágrimas y cejas fruncidas dando a notar la tristeza, supo que Melina no estaba jugando, se iría del infierno.

AMOR IMPUESTO [CARDENAL COPIA/PAPA EMERITUS IV] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora